Castro resalta el papel del Papa en el diálogo cubano
El presidente de Cuba explica en el Vaticano las líneas rojas de la apertura Ambos mandatarios preparan la próxima visita de Francisco a la isla
“Si el Papa sigue así, acabaré rezando en la Iglesia”
Raúl Castro, el presidente de Cuba, alabó entusiasmado al papa Francisco, con quien aparece en la imagen, tras la reunión privada que ambos mantuvieron ayer en el Vaticano. Castro declaró: “Salí impresionado de su sabiduría”. Incluso llegó a vaticinar su retorno a la Iglesia para rezar. Para los escépticos, Raúl Castro añadió: “Y no lo digo como una broma”.
Con casi 84 años y una vida en la cima del poder en La Habana, Raúl Castro demostró ayer sus recursos para atraer la atención mundial e insinuar, entre líneas, cómo le gustaría que fuese la transición en la isla. El presidente cubano dio un impulso definitivo al papel de la Iglesia católica como garante y mediadora del proceso, al tiempo que trazaba algunas posibles líneas rojas de cara al futuro, como la gratuidad de la educación y del sistema sanitario.
Castro, que procedía de Moscú, hizo escala en Roma y se entrevistó con el papa Francisco, en el Vaticano, durante 55 minutos. La entrevista sirvió para que el líder cubano agradeciera al Papa sus gestiones para el histórico deshielo en las relaciones entre La Habana y Washington, además de comentar los preparativos para el viaje que el Pontífice realizará a la mayor de las Antillas el próximo septiembre, justo antes de la visita a tres ciudades de Estados Unidos (Nueva York, Filadelfia y Washington).
El presidente cubano, durante la comparecencia de prensa después del encuentro con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, aprovechó para llenar de elogios al Papa y para lanzar el mensaje que deseaba. Aseguró que lee to- dos los discursos y comentarios de Jorge Mario Bergoglio. “Salí verdaderamente impresionado de su sabiduría, su modestia, y por todas las virtudes que sabemos que tiene”, dijo Castro tras la reunión. El líder cubano recordó que él, como su hermano Fidel, se formó en los jesuitas. y que oyó muchas misas. Cuando el Papa vaya a Cuba, Castro prometió ir a todas las ceremonias religiosas, e incluso más: “Si el Papa sigue hablando así, yo estoy seguro que terminaré rezando nuevamente en la iglesia”. “Y no lo digo como una broma”. apostilló. “Yo soy comunista”, agregó el dirigente cubano. Recordó que el Partido Comunista Cubano no permitía antes “la misión de los creyentes”, pero eso ha cambiado, si bien reconoció que cuesta aplicar la nueva normativa.
El presidente cubano usó la tribuna romana para reiterar su simpatía hacia Barack Obama, por su honestidad, y para advertir, no obstante, sobre las dificultades que afronta el inquilino de la Casa Blanca para sacar adelante su política hacia Cuba en el Congreso, empezando por la decisión de sacar a Cuba de la lista de países terroristas. Castro explicó que el presidente de Estados Unidos
Raúl recuerda su paso por los jesuitas y que ha oído muchas misas
El líder cubano reitera su aprecio por Obama, pero alerta del Congreso adverso
tiene que funcionar y actuar teniendo en cuenta los resortes poderosos que existen en ese país”. Castro insistió en que el embargo se mantiene y que el 77% de la población cubana actual ha vivido toda su vida bajo “los rigores” de esa injusta situación. Pero admitió que se trata de herencias y “escenarios lejanos” que ahora se están tratando de resolver, también en la relación con Europa.
No le importó al líder cubano recordar que a veces se habla de “la dictadura de los Castro”. “Es verdad que no cumplimos algunos derechos humanos –admi- tió– ¿Pero quién los cumple?”. Castro se preguntó entonces si la salud y la educación son derechos humanos o negocio, y defendió la vieja y permanente reivindicación revolucionaria sobre la gratuidad de estos servicios básicos, dejando entrever que conquistas como estas no son negociables ante eventuales reformas.
El magisterio social del Papa ofrece a los Castro, en efecto, la justificación moral para defender ciertos legados de la revolución. Implicar a fondo a la Iglesia católica en el proceso de acercamiento entre el régimen de La Habana, el Gobierno de Washington y el exilio de Miami puede suponer una valiosa ayuda para intentar un cambio gradual, no traumático, sin vencedores ni vencidos, algo parecido –salvando las distancias– a lo que sucedió en España tras la muerte de Franco, cuando la jerarquía católica, encabezada por el cardenal Tarancón –con pleno sostén de Pablo VI– abogó por la apertura democrática y una metamorfosis sin revanchismos. Los viajes de Francisco a Cuba y luego a Estados Unidos –con discurso en el Capitolio de Washington–, en septiembre, serán cruciales para valorar si puede irse por este camino y si la Iglesia gana aún más autoridad moral para acompañar y facilitar el proceso.
La personalidad de Bergoglio como primer papa latinoamericano y su experiencia vital constituyen una oportunidad única. Francisco nunca ha visitado Estados Unidos y no domina el inglés. Su visión geopolítica del continente está marcada por su procedencia argentina y sus vivencias desde el sur. La canonización del mallorquín fray Junípero Serra, el evangelizador de California, que tendrá lugar en Washington, tiene un gran simbolismo. Francisco quiere poner en evidencia que la herencia sobre la que se ha construido Estados Unidos no es sólo anglosajona y protestante, sino también hispana y católica, un argumento que se inserta en el actual debate sobre la inmigración y que debe ayudar también a reformular, en un sentido de mayor equilibrio, la relación con los vecinos del sur, incluida Cuba.
Bergoglio, con sus visitas a Cuba y EE.UU., definirá su visión geopolítica del continente