Komorowski y Duda, a la segunda vuelta de las presidenciales polacas
El liberal Bronislaw Komorowski –actual presidente de Polonia– y Andrzej Duda –candidato de la oposición nacionalcatólica– pasaron ayer a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que se celebrarán el 24 de mayo.
Según las encuestas a pie de urna, en la primera vuelta –marca- da por una escasísima participación: menos del 50% del electorado– Duda obtiene un 34% de votos y Komorowski, el 32%.
El resultado constituye una enorme sorpresa: todos los sondeos situaban a Komorowski cómodamente por delante del candidato de la oposición, si bien su ventaja inicial se fue reduciendo a lo largo de una insípida campaña electoral.
Duda ha concurrido como la cara amable y cabeza visible de un partido férreamente controlado por Jaroslaw Kaczynski, que se reserva el papel de verdadero gobernante: espera recuperar el poder en las elecciones parlamentarias en otoño.
Estas presidenciales han tenido una característica que la distingue de cuantas Polonia ha celebrado desde que en 1989 recuperó la democracia: la trivialidad.
Los polacos jamás se enfrentan la coyuntura internacional más difícil desde la caída de comunismo: con la Rusia de Putin atentando contra el orden internacional, invadiendo Ucrania y sembrando en sus vecinos como Estonia, Letonia, Lituania o Polonia. Y nunca desde entonces han presenciado una campaña electoral tan intrascendente y hasta frívola, en la el único candidato serio –Komorowski– ha chocado contra diez candidatos de exótica trayectoria, nula experiencia o cuestionable peritaje político.
Los grandes desafíos de Polonia –la amenaza rusa y cómo aprovechar el último quinquenio de cuantiosos fondos europeos– brillaron por su ausencia o reci- bieron respuestas carentes de sentido en una campaña dominada por la demagogia.
Komorowski, antiguo militante de la disidencia anticomunista, católico, liberalconservador y varias veces ministro, ha sufrido el cerrado rechazo de unos candidatos provistos de consignas irrealistas o irrealizables, con el único objetivo de llamar la atención.
El debate televisado entre los diez rivales de Komorowski, al que éste no acudió, fue un festival de propuestas populistas: desde la defensa de hinchas de fútbol criminales supuestamente “asesinados” por la policía a la entronización de Cristo Rey como “rey de Polonia” para salvarla del “condominio ruso-alemán gobernado por los judíos”.
Tras una campaña llena de demagogia y trivialidad, acudió a votar menos del 50% del electorado