Entre el oxímoron y la performance
JAUME COLLBONI . ¿Era necesario despliegue metafórico tan enfático para decir lo que todo el mundo sabe?
No puede negarse que los tiempos han cambiado. En la Barcelona de los imbatibles Serra, Maragall y Clos, ahora los socialistas sólo aspiran a sobrevivir. Jaume Collboni no es un dirigente de la parte alta de Barcelona. Es un hijo de la menestralía y es también un exponente de las mezclas de orígenes características de la Catalunya actual. Sin embargo, no ha conocido ninguna de las dificultades de los de su generación (y aún menos de las generaciones jóvenes, que, como escribe Marta Rojals, se preguntan si era necesario estudiar tanto). Y es que Collboni, militante de toda la vida el PSC y de diversas organizaciones sociales, ya tenía cargos en sus años de universidad. De cargo a encargo ha llegado hasta aquí: exponente puro de la lógica endogámica de los aparatos de partido. Collboni es un canditato oxímoron: es político veterano pero (relativamente) joven; es representativo de la vieja política, pero intenta conjugar la cantinela de la nueva: “transparencia”, “gobernanza”, “participación”. Es un representante genuino de los oxidados aparatos socialista y ugetista, pero, en cambio, su vida íntima está lejos de ser convencional.
En esta campaña, lo asesora Risto Mejide, un famoso publicista. En uno de los videos electorales que le han diseñado, Collboni, en vez de dar un mitin, protagoniza una performance: coloca la cabeza dentro de un recipiente que se va llenando de agua hasta cubrirla por completo. Mediante esta metáfora visual, Collboni nos explica que hay mucha gente, en Barcelona, con el agua al cuello. No sé si era necesario un despliegue metafórico tan enfático para decir lo que tanta gente sabe por experiencia. “La vida es dura –parece decirnos Collboni–, y yo he necesitado esta performance para darme cuenta”.