El talón de Aquiles de Airbus
El pasado 27 de febrero, Tom Enders, presidente de Airbus Group pasó un mal momento durante la presentación de resultados del grupo. Tras dar sus impresiones, abrió un turno de preguntas. Estaba permitido hablar en alemán, inglés, francés o español, pero varias cuestiones con acento andaluz incomodaron al ejecutivo alemán.
Isabel Campanario, periodista sevillana especializada en el sector aeroespacial de su región, fue incisiva pidiendo claridad con los retrasos en el programa A400M y los motivos del baile de cargos en la cúpula de su división de defensa-espacio y en Airbus España, cuyo presidente, Domingo Ureña presentó su dimisión en enero, presionado por los problemas en la producción de un avión creado para sustituir a los célebres Hercules en numerosas fuerzas aéreas de diversos países.
Tom Enders indicó que como nuevo presidente, Fernando Alonso daba una nueva vida al proyecto y, a pesar de ser repreguntado, solo indicó que ciertos problemas con los tiempos de finalización de algunas piezas llegadas de plantas europeas suponían un cuello de botella para la planta de ensamblaje final en Sevilla.
El programa del A400M, gestado en los años 80 e iniciado con retraso por desavenencias políticas y falta de financiación por parte de los estados participantes, fue acumulando problemas y hasta cancelaciones en los pedidos. El primer vuelo se realizó en diciembre de 2009, con tres años de retraso sobre la fecha prevista. Por entonces se vivió un serio conflicto interno entre las divisiones española y germana: los alemanes se quejaban de la eficiencia de los técnicos españoles y en España se negaron esos argumentos culpando de retrasos y problemas a los proveedores alemanes.
Estas circunstancias han supues- to retrasos y, sobre todo, importantes sobrecostes en su fabricación, con unos resultados comerciales muy alejados de lo esperado: por el momento el aparato ha acumulado 170 pedidos cuando hace solo cuatro años estaba previsto vender más de 400 unidades a ejércitos de todo el mundo. Finalmente solo han mostrado interés los países participantes en la fabricación: Francia, Alemania, Italia, España, Reino Unido, Turquía, Bélgica y Luxemburgo, al que se añadió únicamente Malasia como cliente externo.
A todos estos problemas se unió anteayer el accidente de un aparato que iba destinado al ejército turco, país encargado de fabricar la parte delantera del fuselaje. Preventivamente las fuerzas aéreas que ya lo están operando han dejado en tierra a sus aparatos. Las imágenes de un A400M destrozado en un campo cercano al aeropuerto de San Pablo son un golpe para la industria aeronáutica europea y un mazazo para un proyecto que es locomotora de la industria en el sur de España.