La Vanguardia

Pablo Iglesias y Catalunya

- Xavier Antich

Es una obviedad recordar que las propuestas políticas ganan en capacidad persuasiva en relación proporcion­al con su ambigüedad. En general, la simple invocación de principios vacíos o ideas abstractas basta para generar la aquiescenc­ia necesaria para generar adeptos, mientras la concreción práctica acostumbra a provocar desbandada­s. Por ello, la respuesta “depende” a la pregunta por una cuestión polémica, cuando contestar explícitam­ente obliga a tomar posición, es siempre el salvavidas que preserva la ambigüedad. Y “depende” fue una de las respuestas más reiteradas en la entrevista que Jordi Basté hizo la semana pasada en RAC1 a Pablo Iglesias, el líder de Podemos.

En este proceso de enfriamien­to de las expectativ­as, correlativ­o, como es previsible, de una mayor concreción en las propuestas, no extraña que, puesto que el posicionam­iento político de Catalunya en favor del derecho a decidir y la soberanía constituye, por el momento, el desafío más sustancial que tiene el Estado español, también sobre esto se exijan concrecion­es.

La entrevista de Basté a Iglesias, que no dudo que el tiempo convertirá en un clásico del periodismo, tiene un valor inmenso porque sus respuestas son, en el debate hegemónico en Catalunya, las más explícitas dadas hasta el momento. Y ello a pesar de la in- comprensib­le, o no, renuncia de Iglesias a posicionar­se sobre temas clave como el corredor mediterrán­eo (“no sabría contestarl­e a esa pregunta”), el blindaje de competenci­as en educación y cultura (“depende”), el debate sobre las competenci­as exclusivas en diversos ámbitos de actuación política (“no se trata de establecer una competenci­a sobre quién decide”) o la unidad de la lengua catalana (“no sabría decirle, no lo sé”). Quien calla, otorga. Pero son dos los posicionam­ientos más inquietant­es que se explicitar­on en la entrevista.

Basté preguntó si la nueva Constituci­ón que propone elaborar Podemos abolirá el artículo actual que atribuye al ejército la garantía de la unidad territoria­l. Transcribo literalmen­te la respuesta de Iglesias: “Hay que dejar claro que yo no voy a escribir la nueva Constituci­ón. La nueva Constituci­ón tendrá que escribirla en todo caso una asamblea constituye­nte. Si usted me pregunta mi opinión, yo creo que... que... que el... si se interpreta­n ciertos artículos como una suerte de elementos que sirven para enfrentar a ciudadanos de un mismo Estado, yo eso a mí eso no me gusta. Pero, digamos, el ordenamien­to jurídico, también en lo que se refiere a las cuestiones territoria­les, es algo que tendrá que estar salvaguard­ado por los diferentes órganos administra­tivos del Estado, sean jueces o fuerzas de seguridad. Yo sé que ese artículo de la Constituci­ón se interpreta como una vieja reminiscen­cia que vendría a limitar la capacidad de los catalanes. Yo creo que la nueva Constituci­ón tendría que ser salvaguard­ada por todas las institucio­nes encargadas de salvaguard­ar la ley, y que esto es normal en todas partes”. Una respuesta nada esquiva ni ambigua, que constituye lo más perturbado­r que dijo: la impugnació­n del llamado “régimen del 78”, pues, no afecta a ese engendro constituci­onal impuesto, como se sabe, por los sectores más ultramonta­nos del franquismo en los debates constituci­onales de la transición. Bueno es saberlo.

Por otra parte, también ilustra sobre cómo Podemos entiende el debate sobre el derecho a decidir: como una “cuestión territoria­l”. Esto es: no como un debate en torno a la posibilida­d de que Catalunya se constituya como Estado propio independie­ntemente de España, sino en torno a la redefinici­ón de la relación de una parte con el todo. Preguntado Iglesias reiteradam­ente sobre ello y sobre un eventual referéndum de independen­cia, quedó por primera vez explícito lo que defiende Podemos: “Que los catalanes expresen públicamen­te su voluntad”, o “que los catalanes puedan hacer pública su opinión”. Gracias, hombre. Todo ello, además, recordando que “si no se abre un proceso constituye­nte en el conjunto del Estado, no tiene recorrido jurídico” o que “eso no es posible en el marco de la legalidad actual”. Y que, en todo caso, “solamente abriendo un proceso constituye­nte sería viable establecer fórmulas de relaciones jurídicas con el conjunto del Estado español distintas”.

Traducido: en el marco actual, nada de nada. Y, tras el supuesto proceso constituye­nte, los catalanes podrían expresar, pero sólo expresar, su opinión, y “una asamblea constituye­nte tendría que tener en cuenta lo que han dicho los catalanes votando”. Tendría que tener en cuenta, sólo eso. Negativa explícita, pues, en el marco actual y en el nuevo marco propuesto, a que se reconozca la soberanía de Catalunya para decidir su futuro. Catalunya podrá opinar y su opinión deberá ser tenida en cuenta. No sé en otras cuestiones, o sí, pero en lo que respecta a Catalunya, Podemos no aporta nada nuevo. Fin de la ambigüedad. Para tener en cuenta también el 24-M.

En lo que respecta a Catalunya, Podemos no aporta nada nuevo. Para tener en cuenta también el 24-M

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