De Barcelona a Boston
Como socio internacional de la firma mundial de abogados K&L Gates LLP, con 2.000 abogados y 46 oficinas en los cinco continentes, he visto y he percibido en Barcelona muchos de los elementos que caracterizan a una ciudad pionera y global, que debe ser multicultural, multigeneracional y autosuficiente.
Barcelona disfruta de estas particularidades: al igual que Boston –con sus grandes universidades Harvard, MIT, Tufts, Northeastern, Suffolk y la Universidad de Boston, la investigación y los servicios médicos–, Barcelona también es un centro para el desarrollo de negocios y de liderazgo en pensamiento, a través de Iese, Esade, la Pompeu Fabra, la Universitat de Barcelona y otras muchas instituciones educativas.
Ambas ciudades son espléndidas; sin embargo, algunas cuestiones requieren la atención de los líderes de negocios de Barcelona.
En una gran ciudad el lenguaje ocupa una posición primordial. La existencia y el uso de dos lenguas enriquece la identidad del barcelonés y es algo que admiro. Sin embargo, una ciudad que aspira a posicionarse entre las primeras del mundo y, por ende, atraer familias extranje- ras, debe también poner en valor el castellano. Sabemos que el inglés es fundamental en la comunicación global, pero el español constituye otro pilar lingüístico en el mundo…, hasta en Boston.
Barcelona y sus instituciones académicas precisan también dedicar mayor atención a la investigación, atrayendo fondos de inversión, como ocurre en MIT y en Harvard.
Además, restablecer la conexión aérea diaria y directa de Barcelona a Boston favorecería una mayor cohesión de los lazos ya existentes entre los dos mundos universitarios.
Por lo que respecta al ámbito cultural y musical, lo que difiere entre ambas ciudades es el comportamiento del ciudadano. El bostoniano es consciente de que para que las instituciones musicales y culturales sobrevivan y ofrezcan un producto cultural excelente es necesaria su participación. Esta colaboración trae consigo la filantropía, es decir, la ayuda económica directa del ciudadano a las instituciones que forman parte del entramado identitario de la ciudad. Sin embargo, el ciudadano, en Estados Unidos, encuentra un marco normativo que incentiva fiscalmente este comportamiento. Las instituciones culturales barcelonesas pueden ganar competitividad únicamente si existe un tratamiento fiscal hacia ellas análogo al que se da en Estados Unidos y, para ello, se precisa una decidida voluntad política para establecer incentivos fiscales que promuevan el mecenazgo.
Barcelona, tras la larga crisis económica vivida, aspira ahora a posicionarse como principal plaza comercial y de negocios internacional. Sin embargo, para ello es necesario que la Administración aliente y fomente con medidas concretas los intereses comerciales extranjeros, que aportarán innovación y prosperidad a la ciudad y, a fin de cuentas, éxito, que es la meta común de los barceloneses y de las empresas extranjeras que apuesten por esta ciudad.
¡Espero que Barcelona alcance pronto ese liderazgo internacional!
Este artículo refleja estrictamente la opinión personal del abogado Michael DeMarco y de ninguna manera compromete o refleja los puntos de vista de la empresa K& L Gates LLP.