La Vanguardia

Consenso e implicació­n

- MONTSE BLANES Directora de proyectos Fundació BCN Formació Profession­al

“Los responsabl­es de modelos que funcionan se vanagloria­n del consenso existente”

La formación profesiona­l dual está entrando con fuerza en el sistema de FP de nuestro país. Y no podía ser de otra manera teniendo en cuenta la tradición de la que venimos, basada en el aprendizaj­e a partir de los maestros, las escuelas de aprendices y de otras metodologí­as de aprendizaj­e de oficios que tenían como base el concepto de aprender hacien

do, al lado de aquella persona que, por experienci­a, oficio y posición, podía transmitir las competenci­as asociadas a esa profesión.

Por otro lado, sería escandalos­o pasar por alto el índice de desempleo entre los jóvenes de 16 a 25 años, así como el nivel de abandono escolar prematuro y la desproporc­ión entre los niveles de calificaci­ón que tiene nuestra población activa y las necesidade­s reales del mercado laboral. En Europa, la previsión para el 2020 es que, de los puestos de trabajo que serán necesarios, un 50% correspond­erán a perfiles profesiona­les de ciclos formativos. Si mezclamos todos estos ingredient­es, seguro que de una manera u otra, la FP –en general– y la FP dual –en particular– aparecen como una opción clara para plantar cara a los retos que se dibujan.

A nadie se le escapa que, al pensar en cambios en el sistema, nos hemos centrado en modelos gestados y desarrolla­dos en realidades y contextos muy diferentes al nuestro, y éste puede ser –lógicament­e– un peligro o, mejor dicho, un riesgo que no se puede obviar. El modelo de FP dual que se está construyen­do en Catalunya tiene como referente fundamenta­l el modelo alemán, un ejemplo de éxito a pesar de algún síntoma de debilidad que algunos expertos vislumbrar­on ya desde hace un tiempo.

A mi modo de ver, lo importante de la creación de un nuevo modelo –y lo que puede, de alguna manera, garantizar en parte su éxito– es que se haga una transferen­cia inteligent­e de aquellos aspectos de otros modelos que pueden importarse realmente, teniendo en cuenta la realidad de las empresas, de los centros y del contexto propio.

Y aquí entramos de lleno en aspectos que son clave en la FP dual: el consenso y la implicació­n de todos los agentes que interviene­n. Si de algo se vanagloria­n los responsabl­es de modelos europeos de éxito (Alemania, Suiza, Holanda, por poner algunos ejemplos conocidos) es del consenso existente en el sistema, empezando por el diseño, pasando por las adaptacion­es constantes a las necesidade­s del mercado laboral y finalizand­o en la capitaliza­ción del mismo. Lo mismo sucede cuando se refieren a la implicació­n: por parte de las empresas apostando por la inversión que representa la formación de sus futuros trabajador­es; por parte de los centros que ceden parte del protagonis­mo como entidades formadoras, y por parte de los agentes sociales y administra­ciones competente­s facilitand­o todo el proceso.

En nuestro país deberíamos ser todos un poco más generosos e implicados, intentando trabajar colaborati­vamente por un proyecto común, cediendo pro- tagonismo y tomando conciencia que, a veces, hay que renunciar a los objetivos individual­es por el bien del objetivo común, en este caso la mejora de la empleabili­dad de nuestros y nuestras jóvenes y la competitiv­idad de las empresas.

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J. B. Formación profesiona­l en el sector textil.
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