Huelga con intermitencias
Acudes puntualmente a la cita diaria con el Telenoticies migdia (TV3) y en lugar de la información que esperabas sobre asuntos de la máxima actualidad, recibes sonido e imágenes de lo que parece un ensayo orquestal. ¿Qué pasa aquí? ¿No comenzó anoche la campaña electoral para las municipales y autonómicas? Y en Inglaterra qué ha ocurrido, cómo han ido las elecciones? Y a Susana Díaz la han presiden-cializado o la contumaz señora se ha quedado colgada de la brocha, tras su brillante convocatoria anticipada de elecciones en Andalucía.
¿Por qué TV3 no nos informa con presteza, puntualidad y solvencia? Porque sus currantes no curran, porque se han declarado en huelga. Ah, caramba, y eso ¿por qué? Barrunto que protestan porque están hartos de la manipulación que soportan desde CiU y ERC, muñidores políticos de la “televisió catalana més bella de totes les televisions catalanes que es fan i es desfan”. ¿Por qué han ido a la huelga, pues?
Por la pasta, es decir, porque llevan la intemerata sin convenio colectivo, porque les recortaron el sueldo y quieren que se lo repongan, porque esperan que la Generalitat afloje la mosca y convocando una huelguita en vísperas electorales, pues igual el honorable Mas-Colell, que es el de los dineros, y el muy honorable Mas, que es el que manda al de los dineros, consideran que esta huelga pequeñita les puede perjudicar y sueltan el money.
Uno diría que es bastante improbable que esos huelguistas a plazo fijo se salgan con la suya. Los subvencionadores están pelados y ni queriendo les sobra un euro, menos aún con el Montoro vigilando. ¿Por qué, pues, el motín?
Quizá, sólo quizá, los curritos de “la nostra” se han plantado por una táctica preventiva. Quizá se sienten amenazados por un ERE, que lleva tiempo augurándose atendido el déficit de la casa. Están en su derecho, no tiene que haber dudas sobre esto. Claro que perjudican también a los espectadores, paganos con sus impuestos de una televisión pública tan necesaria como excesivamente cara para los tiempos que corren. Puede que los huelguistas de TV3 y canales afines reciban la comprensión de muchos, aunque difícilmente les llegará la solidaridad de una población que les considera privilegiados.
La batalla de Barcelona.
Comenzó la campaña electoral con la acostumbrada manía persecutoria de los partidos políticos, que sólo se sienten bien cuando los medios les tratan con benevolencia y les permiten colocar sus mensajes. Organizar un debate televisado con criterios estrictamente profesionales es casi imposible. 8tv rompió la noche del viernes las reticencias y obstáculos con un excelente reportaje, La batalla de Bar
celona, con respuestas de los principales candidatos a la alcaldía a un cuestionario único e igual para todos. Les vi y les escuche con atención, también con cansancio ante demasiados tópicos. De pronto uno de los candidatos define su proyecto de futuro para la ciudad y me sorprendo a mi mismo. No sabía a quién votar y ahora lo sé. No les revelaré mi voto, tengo derecho al secreto. Para eso sirve el buen periodismo televisado.
Los huelguistas de TV3 pueden recibir comprensión pero no solidaridad de una población que los considera privilegiados