La Vanguardia

Sopa de piedras

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Su obra abarcaba desde dibujos muy sencillos a los trazos abstractos y líricos de su ‘Cenicienta’

MARCIA BROWN (1918-2015)

Ilustrador­a infantil estadounid­ense

Aunque aquí su obra no ha sido muy editada, Marcia Brown fue una de las más célebres e innovadora­s ilustrador­as de libros para niños de Estados Unidos. Su obra abarcaba desde los dibujos sencillos e ingenuos de Once a Mouse (Érase un ratón) hasta los trazos más abstractos y líricos de su versión de Cenicienta. En español su título más conocido sin embargo es Sopa de piedras, que recoge la leyenda popular que anima a ser generoso.

Brown murió el pasado 28 de abril, a los 96 años, en su casa de California. Había recibido numerosos premios a lo largo de su carrera. Entre otros, el Caldecott, el más prestigios­o de los que se otor- gan en Estados Unidos en literatura infantil. Lo obtuvo tres veces, por Once a Mouse (1962), Cenicienta (1955) y Shadow (sombra), obra esta última de 1983 que también estuvo nominada al National Book Award.

Natural de Nueva York, Brown contaba que desde pequeña soñaba con ser artista, pero que el sentido común le recomendó que se dedicara a la enseñanza como un camino más seguro en la vida. Se graduó en Filología

y enseñó en un instituto durante tres años. Su afición por la pintura se quedó en un pasatiempo de verano. Pero trabajando en la biblioteca de Nueva York empezó a replantear­se la manera de narrar de los cuentos infantiles. En 1946 vio la luz su primer libro: El pequeño carrusel.

Brown utilizó una gran variedad de formatos, desde el pastel al grabado sobre madera. Su obra se compone de más de treinta títulos, mucho de ellos publicados por todo el mundo y traducidos al español, alemán, francés y japonés, entre otras lenguas. Los más conocidos, junto a los ya citados y premiados, son Dick Whittingto­n, su versión de El gato con botas y, sobre todo, Sopa de piedra, editado por primera vez en 1947, y que recupera la fábula de los tres soldados que consiguen que los lugareños le vayan dando cosas para condimenta­r su sopa de piedras, hasta que se convierte en un guiso con verdadero sustento. Un cuento clásico, que Brown aprovechó para recordar también los horrores de la guerra, como la que acababa de sufrir el mundo.

En 1992, los editores norteameri­canos le otorgaron el premio Laura Ingalls por el conjunto de su carrera. Sin embargo, a ella se le quedó la espinita de que nunca obtuvo el Hans Christian Andersen, el gran galardón internacio­nal para autores infantiles, aunque fue selecciona­da por su país en dos ocasiones, en 1966 y 1976. A Brown la sobrevive su pareja y además editora de toda la vida, Janet Loranger. / Redacción

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JANET LORANGER / AP / ARCHIVO

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