La transformación pendiente de Barcelona
El próximo alcalde deberá decidir sobre la expansión urbana hacia el Llobregat y el Besòs
El nuevo alcalde que gobierne la ciudad de Barcelona después de las elecciones municipales tendrá que abordar retos urbanísti- cos menos llamativos –salvo la Sagrera y la plaza de las Glòries–, pero más cercanos a los vecinos, para reducir las desigualdades provocadas por la crisis. Barcelona tiene pendiente su acercamiento al Besòs y al Llobregat mediante la urbanización de esos terrenos. Y la zona del Morrot, en caso de que repita mandato el actual alcalde, Xavier Trias.
En los próximos cuatro años Barcelona deberá volcarse en los barrios, en las zonas de la ciudad más desfavorecidas, que han visto en estos tiempos de recesión la cara más dura de la crisis y que viven bajo la amenaza de cronificar la precarización de sus viviendas y la pobreza de sus habitantes. Así lo recogen la mayoría de programas electorales de las formaciones políticas. La situación obligará a dejar de lado las grandes remodelaciones y a apostar por actuaciones de microcirugía urbana, con proyectos más modestos, de escala de barrio, que incorporen la creación de actividad económica.
Para la historia han quedado los grandes acontecimientos y la euforia constructora de sedes de em- presas o viviendas que se desató en las décadas anteriores. Quedan, eso sí, algunas grandes reformas como la de convertir la plaza de las Glòries en un parque central –aunque está por ver que la construcción de los túneles pueda concluir en el próximo mandato– y, sobre todo, la culminación de la macroestación de la Sagrera y sus entornos, cuestión que no depende del Ayuntamiento y que está estrechamente ligada al dinero que llegue de Madrid. La inversión en la instalación ferroviaria se ha demorado continuamente y el calendario ha sufrido tantas variaciones que nadie se atreve ya a ponerle fecha de inauguración.
La recuperación económica será la clave de la transformación urbanística de Barcelona en los próximos años y en estos últimos meses se ha empezado a atisbar cierto optimismo. Las grandes ca- denas hoteleras están apostando fuerte por Barcelona con la intención de convertir edificios de oficinas –la torre Agbar o el Deutsche Bank– en grandes hoteles de lujo, una tendencia recibida con cierto recelo por algunos colectivos. Antes, las oficinas del centro se transformaban en pisos y aho- ra, en establecimientos hoteleros. Mientras, la construcción de viviendas, paralizada durante estos años, regresa paulatinamente, con nuevos proyectos residenciales, pero más mesurados que en las épocas de derroche.
Barcelona está hecha, pero en continua transformación y con ansias de expandirse más allá de su término municipal, de rebasar sus fronteras naturales. Así los reflejan los planes presentados por Xavier Trias, con los que se propone colonizar la fachada fluvial del Besòs y el delta del Llobregat. El nuevo Plan General Urbanístico (el actual, el PGM, permanentemente modificado, data de 1976), que se está redactando en colaboración con el resto de ayuntamientos metropolitanos, deberá buscar la manera de coser el término municipal de la capital catalana con las ciudades de su entorno. Una antigua cuestión aún no resuelta, pero en la que urge empezar a trabajar cuanto antes. Esplugues, l’Hospitalet, Badalona, Santa Coloma y Sant Adrià viven de espaldas a la gran metrópolis y los ríos y las infraestructu- ras funcionan como unas fronteras que parecen insalvables para los vecinos de un lado y el otro. La solución de reconvertir los laterales de la B-23 en un paseo urbano es un buen inicio., pero a veces esta inconexión tiene una afectación que va más allá del urbanismo. Muchas empresas que se han afincado en la plaza Europa de l’Hospitalet han emigrado de Barcelona en busca de espacios más modernos, nuevos y baratos.
Urbanistas y arquitectos coinciden en señalar que estos años de crisis son una oportunidad para repensar la ciudad y regresar a la escala vecinal, a los barrios, a las necesidades de los habitantes, más allá de la aplicación de servicios basados en las nuevas tecnologías y la moda de las ciudades inteligentes. El alcalde y candidato
Xavier Trias empezó a desgranar su programa urbanístico en Trinitat Nova. No es un hecho baladí escoger Nou Barris para hablar de regeneración urbana. El equipo de CiU propone convertir la margen barcelonesa del Besòs en un nuevo barrio con viviendas y actividad económica, desde las Tres Chimeneas, en Sant Adrià, hasta Vallbona, incidiendo en la mejora de los barrios más castigados por la crisis. Pero el ansia de expansión no se limita al lado del Besòs. También cuenta con un programa económico y urbanístico para el delta del Llobregat. Un proyecto, el 22@ Delta Industrial, en el que participarían El Prat y l’Hospitalet con las infraestructuras y los parques industriales y polígonos que tienen estas ciudades.
Ayer, Trias explicó el proyecto que se ha venido gestando en este mandato y que tiene como gran objetivo transformar el Morrot, ocupado por la ronda Litoral, una estación ferroviaria y la instalación de contenedores. Hace cuatro años este proyecto incluía la creación de un nuevo barrio con miles de viviendas. Ante el rechazo del resto de partidos a apoyar esta operación residencial, finalmente se ha optado por ubicar en esta extensión de ocho hectáreas empresas y equipamientos universitarios, ligados al clúster náutico, además de espacios de ocio. Otro de los puntos de la actuación es la ampliación de la ronda Litoral, partiendo de una acuerdo ya firmado con Fomento. La in- fraestructura urbana se desdoblará y separará el tráfico de paso y el interno con un paseo peatonal. Estas actuaciones traerían consigo una mejora considerable de la conexión entre Ciutat Vella, el Paral·lel y el Poble Sec con los barrios que rodean Montjuïc, la Marina de El Prat Vermell y la Zona Franca, ahora con serias dificultades de acceso con el centro de la ciudad, lo que les convierte en zonas periféricas. En el aspecto logístico, sería una actuación capital para la integración de la instalación portuaria y los polígonos industriales.
Todo esto supone un conjunto de actuaciones a largo plazo. “A 10, a 20, a 25 años”, dijo el candidato. De hecho, y como explicó el teniente de alcalde de Hábitat Urbano, Antoni Vives, en los cuatro próximos años se debería completar el traslado de las infraestructuras del Morrot a Can Tunis (Adif ya trabaja en los estudios técnicos), y poder poner la primera piedra de la reforma de la ronda Litoral. Ese largo plazo es el que hace necesario, según Trias, un gran consenso entre los partidos. El primer capítulo en el que deberían ponerse de acuerdo los grupos municipales sería la modificación del PGM para definir la edificabilidad y los usos. Trias quiere convocar un concurso internacional de proyectos, similar al que se hizo con Glòries. Relacionada con este proyecto, el programa de Trias incluye, para cumplir dentro de un solo mandato, la reforma del paseo de la Zona Franca como eje cívico.
En paralelo, el candidato socialista, Jaume Collboni, presentó ayer su programa urbanístico, acompañado del arquitecto, urbanista y número tres de su lista, Daniel Mòdol. Los socialistas apuestan por el urbanismo social, dejando de lado las grandes transformaciones. Una “acupuntura” con la que se quiere incidir en los barrios periféricos castigados por la crisis y que, a juicio de Mòdol, “sienten que han dejado de pertenecer a Barcelona, ya que la desigualdad es tanta que no hay nada que les vincule con ella”. La intención del PSC es incorporarlos a la ciudad mediante la creación de “nodos urbanos” que permitan conectarlos de nuevo, mediante la creación de actividad económica y nuevos equipamientos que fortalezcan el tejido cívico de estas zonas. El programa del PSC promete actuar en los diez barrios más pobres a través de la rehabilitación y mediante la creación de lo que han denominado “torres cívicas”, edificios que serían destinados a vivienda de alquiler, talleres ocupacionales o equipamientos.
Para Mòdol los pisos de los barrios de la periferia, situados en la montaña o en el Besòs, son “las nuevas barracas del siglo XXI”. “La crisis social y económica a la que ha estado sometida la ciudad nos ha permitido observar con claridad el fenómeno de la resiliencia urbana, la capacidad de los ciudadanos para organizarse colectivamente y hacer frente a esta situación tan complicada”. Este hecho, según Mòdol, pone de relieve la importancia de los espacios y equipamientos públicos, que se han visto intensamente utilizados. El modelo socialista busca revertir esta situación mediante microproyectos urbanos. Mòdol también incidió en la necesidad de recuperar el espacio público ya que, a su parecer ,en estos últimos años se ha mercantilizado, y puso como ejemplo la pista de hielo que se instala en la plaza Catalunya.