Cuando los concursos de la tele humillan
La humillación, un peligroso recurso en pos de la audiencia
En mi vida he visto una marranada como esta”. Pepe Rodríguez, uno de los tres miembros del jurado de MasterChef (TVE), se lo lanzaba a Alberto, un concursante que había improvisado un plato denominado León come gamba el pasado abril. Se produjo un largo silencio, y en las redes sociales unos compartían la dura crítica al extraño ágape, pero otros, tal vez más, cargaban con dureza contra el jurado al considerar que se había humillado al concursante. La escena fue seguida por millones de espectadores. Unos días después, Jordi Cruz, en nombre del jurado de MasterChef, se veía en la necesidad de pedir disculpas.
La secuencia no es común, pero tampoco extraordinaria. En la memoria de los espectadores aún permanecen algunas de las opiniones del jurado del concurso de talentos Tú sí que vales (Telecinco). A Risto Mejide, por ejemplo, los participantes le temían. Y este, que emulaba en España a Simon Cowell de America’s Got Talent, rozaba en ocasiones la crueldad a la hora de juzgar a los concursantes. “La humillación pública tiene en ocasiones una utilización de marketing; porque se utiliza la humillación como hilo argumental de estos progra- mas”, señala Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación, AUC. Y añade que “no es nuevo, pero es peligroso; en ocasiones el jurado más agresivo es el que más simpatía tiene entre la audiencia, frente a los más moderados”.
¿Hay límites en el comportamiento de los jurados en televi- sión? Macarena Rey, consejera Delegada de Shine Iberia, empresa productora de MasterChef y MasterChef Junior, señala: “Nunca queremos que se falte al respeto, ese es el límite que no se puede cruzar, pero los jueces pueden valorar los platos y criticarlos, y la crítica forma parte del concurso”. Rey subraya que lo sucedido en el caso de Alberto y su plato León come gamba fue excepcional. “Los miembros del jurado son grandes profesionales, personas muy preparadas, que ayudan y están al lado de los concursantes durante semanas; y en general la relación suele ser excelente”. No obstante, desde Shine Iberia se apunta un dato que se ha de tener en cuenta: “La gente que viene a estos concursos quiere notoriedad, quiere darse a conocer, por diversos motivos; un tímido que quiere preservar su vida privada no se presenta”.
Encarna Pardo y Susana Pérez son las productoras ejecutivas de La voz y La voz kids, dos concursos de talentos de gran audiencia. Ambas niegan que los suyos sean jurados como tales, “sino que son coaches”. Es decir, añaden, “no están en el programa para criticar, sino para ayudar a los talentos que sueñan con tener una oportunidad en el mundo de la música”. Los coaches, subrayan, lo tienen muy difícil a la hora de elegir “y sufren mucho porque no pueden quedarse con todos los
miembros de su equipo”.
Alejandro Perales es contundente respecto al peligroso juego que en ocasiones se percibe en algunos espacios al afirmar que, sea cual sea el formato, “deben evitarse los tratos humillantes, sobreactuaciones innecesarias y de consecuencias imprevisibles y nunca perder las formas, espe- cialmente en los concursos de menores”.
Los menores están presentes en La voz kids y MasterChef Junior. Lo cierto es que, como señalan las productoras de ambos espacios, aquí el cuidado es “exquisito”. Pero a pesar de esto, Susana Gisbert, fiscal de Valencia, subraya: “Por nuestra expe- riencia sabemos que un adulto puede asumir sin problemas que le digan que algo no lo ha hecho bien, pero en el caso de un menor, ante millones de espectadores, aunque se trate de una crítica leve, puede traer consecuencias”. Comenta que si a lo mejor se lleva al menor a una situación de gran emoción, entre lloros, nerviosismo y preocupación, “eso le puede llegar a perjudicar tanto como si fuera un insulto”. Otra fiscal de menores de Madrid que solicita el anonimato razona que los programas en que se pone a competir a los menores pueden ser perjudiciales porque se trata de una falsa competencia, crean expectativas en muchos chavales y al mismo tiempo hacen de ellos unos héroes en situaciones en que no lo son. Un menor –añade– no es un héroe por hacer un pastel, los valores deben ser otros.
Coinciden ambas fiscales que “si alguien se pasa, están los tribunales”. Lo cierto es que, de momento y sobre estos formatos, los jueces no han sido aún protagonistas.
Las productoras se justifican: nunca se falta al respeto y, además, el concursante busca notoriedad