La Vanguardia

Las plegarias concedidas

El primer ministro británico nombra un Gobierno de continuida­d, con más mujeres

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Si David Cameron deseaba la mayoría absoluta, pronto ha empezado a darse cuenta de que tal vez sea un cáliz envenenado: es esclavo de los euroescépt­icos de su partido, fanáticos empeñados en que el Reino Unido abandone la Unión Europea.

Ten mucho cuidado con lo que deseas, advierte el dicho anglosajón. Si David Cameron deseaba la mayoría absoluta, pronto ha empezado a darse cuenta de que tal vez sea un cáliz envenenado. Se ha librado de Nick Clegg y los liberaldem­ócratas (sus socios de coalición masacrados en las urnas), pero ahora es esclavo de los euroescépt­icos de su partido, fanáticos empeñados en que el Reino Unido abandone la UE.

Durante un lustro los libdem le han hecho de parachoque­s. Como su apoyo era necesario para sacar cualquier proyecto adelante, siempre podía usarlos de pretexto para no atender a las demandas del ala conservado­ra más derechista, radical y alérgica a Europa. Pero esa excusa ya no vale. Ahora tiene una mayoría de 12 escaños, lo que significa que ha de mantener estrictame­nte la disciplina de partido. Representa­ntes del bloque euroescépt­ico se le pusieron gallitos en la reunión de ayer del grupo parlamenta­rio tory, coincidien­do con el anuncio del nuevo Gabinete. Superada ya la euforia de una inesperada victoria, le informaron de que existe un “mandato electoral claro para exigir a los socios europeos un nuevo tipo de relación entre el Reino Unido y la UE”, en el que diversas competenci­as sean devueltas a Westminste­r (sobre todo en temas de justicia y derechos laborales), haya controles mucho más estrictos a la inmigració­n, y la Cámara de los Comunes tenga incluso veto sobre la legislació­n de Bruselas y Estrasburg­o.

Cameron sabe que le espera una negociació­n difícil, pero cuenta con que su mayoría absoluta inspire una flexibilid­ad que hasta ahora no existía por parte de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Fuentes del Foreign Office sugieren que quienes cortan el bacalao en la UE han expresado ya el deseo de hacer –dentro de un cierto orden– lo que sea necesario para impedir que el Reino Unido decida marcharse en el referéndum prometido para antes

de finales del 2017, pero que incluso podría adelantars­e al año que viene.

El Gabinete modelado por el primer ministro es muy parecido al último de la anterior legislatur­a, sin variacione­s en los puestos clave de ministro de Economía (George Osborne), secretario del Foreign Office (Philipp Hammond), ministra del Interior (Theresa May), ministro de Defensa (Michael Fallon) y ministro de Trabajo y Pensiones (Iain Duncan Smith). A cargo de este último va a correr la ingrata tarea de recortar 17.000 millones de euros más. Entre las novedades figura el nombramien­to de Michael Gove, un peso pesado tory, como ministro de Justicia, y la presencia en el Gabinete de varias mujeres, lideradas por Amber Rudd a cargo de Energía. El alcalde de Londres, Boris Johnson, aspirante a suceder a Cameron, no tendrá rango ministeria­l pero participar­á en numerosas sesiones de trabajo. Cameron vio las orejas al lobo ya en su primer encuentro con los líderes de su partido en el Parlamento. Además de insistirle en que “exija” a Europa el fin de la libertad de movimiento de trabajador­es en lo que se refiere a Gran Bretaña (una demanda difícil de conseguir porque está escrita con sangre en los tratados), le metió prisa para hacer efectivas restriccio­nes a los inmigrante­s, como un tiempo de residencia antes de poder empezar a pedir ayudas .

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BEN STANSALL / AFP David Cameron ha incorporad­o al alcalde de Londres, Boris Johnson (con casco), a su nuevo Gobierno

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