La Vanguardia

Trampolín en Barcelona

Rosberg confía en que su triunfo en Barcelona tenga efecto trampolín para emerger de la sombra de Hamilton y luchar por el título de F-1

- TONI LÓPEZ JORDÀ Montmeló

Nico Rosberg , campeón del gran premio de España de fórmula 1, halla en Barcelona motivos para comenzar su remontada: pole, primera victoria –en el Circuit de Catalunya y del año– e inyección de moral.

“Tiene cara de niño, ¿qué edad debe de tener?”, se preguntan unos clientes de Petronas, que ayer, día de resaca en el Circuit de Barcelona-Catalunya, viven su gran premio especial: Nico Rosberg los pasea en un flamante A 45 AMG por el circuito de aprendizaj­e de la Escola RACC en el trazado vallesano. El rubito alemán aparece medio despeinado, con cara adormilada. “No, no me fui de fiesta anoche, hoy tenía trabajo”, asegura. “Y mañana (hoy), más: es mi único día en todo el año que puedo hacer un entrenamie­nto. He visto el planning de trabajo y parece que necesitaré 10 días para completarl­o. Está bien que no haya hecho demasiada fiesta anoche”, ríe. Tenía motivos para celebrar: en Barcelona pretendía comenzar su remontada, y le salió perfecto el plan. Pole, primera victoria –en el Circuit y del año– e inyección de moral. “Ha sido un burst”, un subidón, concede a este diario.

Él nunca lo admitirá, pero su compañeror­ival Lewis Hamilton, quien fue su amigo de infancia, con el que se crió en el karting y con el que el año pasado acabó enemistado por el amor de un Mundial, le estaba empezando a comer la moral este curso también: antes de llegar a Montmeló le sacaba 27 puntos, con tres victorias en las cuatro carreras previas. Nico se dijo: ahora o nunca. “Barcelona es un circuito que conozco muy bien, el coche es sensaciona­l, sólo me faltaba ponerlo todo junto y que saliese un fin de semana perfecto. No hice nada diferente, fue el mismo enfoque, pero esta vez salió el resultado”. Una victoria con resultados de suplemento vitamínico para el ánimo, un triunfo del que espera un efecto trampolín. “Ganar en Barcelona para la moral está bien. Sólo puedo decir que estoy feliz. Le he quitado puntos a mi compañero (ahora a 20). La cabeza es muy importante en el deporte. Aunque no tuve ningún problema antes... Pero está mejor así. Ha sido un burst”, admite, midiendo las palabras, para no dar nunca sensación de debilidad.

El hijo de Keke, el campeón de 1982, educado desde párvulos en los entresijos de la competició­n y en el trato con los medios, ha aprendido a pasar rápidament­e la página de la derrota, a olvidar las horas bajas. “Claro, fue difícil en algunos momentos. Porque con este coche se puede ganar, mi compañero lo ha hecho. Pero el deporte es así, hay altibajos. He aprendido estos años a gestionar los momentos más difíciles y a salir adelante. Gané ayer y ahora vivo un momento positivo”, dice Nico, que, sin la fuerza y determinac­ión que desprende Hamilton, se sabe el menos favorito al título para la mayoría.

Aun así, el triunfo en Montmeló para Rosberg no es ni un modo de reivindica­rse ante

LA REIVINDICA­CIÓN DE ROSBERG “No soy el número 2 de nadie, ni piloto para demostrar nada; conduzco para ser campeón” LA RELACIÓN CON HAMILTON “Es bastante neutra, igual echamos unas risas y en otros momentos es seria; por ganar no me dijo nada”

su equipo ni ante la opinión pública, ni una ocasión para saldar cuentas, ni tan sólo para descargar su rabia. Nico no es así. No está en sus genes ni en su educación de colegio privado de Mónaco. “No creo que sea el número 2 de nadie, ni piloto para demostrar nada. Conduzco para mí, para ganar con mi equipo. La temporada había empezado mejor para mi compañero, pero siempre creo que voy a ganar. No pienso demasiado en otras cosas. Yo piloto para acabar una posición más alta que el año pasado”, dice, sin la convicción de un agente comercial, fiel a su prudencia y su perfil de bajas pulsacione­s.

Después de la tormenta del año pasado con Hamilton –que estalló, precisamen­te, en Mónaco, escenario de la próxima carrera, el fin de semana que viene–, los ánimos se han ido serenando en la escudería de la estrella. Ahora, al menos, se miran a la cara. E incluso se saludan. Pero nunca será como fue. “Ahora la relación es bastante neutra. Depende un poco del momento. Igual podemos echar unas risas, y en otros momentos es más seria”. Aunque en la pista, Hamilton le saca de quicio; tanto que Nico llega a gritar en su casco cuando el inglés le atosiga. Sus conversaci­ones joviales son historia. Ahora, simple cordialida­d diplomátic­a, para contentar a Mercedes, que les pidió paz. “No me dijo nada al acabar la carrera, sólo me dio la mano... antes de quitarse el casco. Así que no tuvo que decirme nada. Es broma, ¡eh!”, cuenta desenfadad­o Nico en un fluido español.

Lo aprendió –y lo mejora– “en las vacaciones en Ibiza”, la isla donde creció los veranos con sus padres, Keke y Sina, y adonde se escapa cada vez que puede, a su casa en el centro de la isla, ahora con su mujer Vivian Sibold, y a partir de agosto, también con su futura hija. “Estuve mirando una casa en Formentera, pero en Ibiza la temporada es más larga y puedo ir todo el año”, explicaba el renovado candidato al título.

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de día. Nico paseó ayer a clientes de Petronas en el circuito de aprendizaj­e del RACC, en Montmeló, con un A 45 AMG
de 360 CV
GEMMA MIRALDA Taxista de día. Nico paseó ayer a clientes de Petronas en el circuito de aprendizaj­e del RACC, en Montmeló, con un A 45 AMG de 360 CV

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