Miles de refugiados musulmanes llegan a las costas del Sudeste Asiático
Indonesia y Malasia salvan a dos mil rohingya que huyen de Birmania
El Sudeste Asiático vive una grave crisis de refugiados. Unas ocho mil personas permanecían ayer frente a las costas de Tailandia, en barcos que los traficantes de personas no sabían a dónde llevar dada la vigilancia puesta en pie desde hace una semana. Indonesia y Malasia, por su parte, lograron rescatar a unos dos mil. La mayoría son musulmanes de la minoría rohingya, que huyen de Birmania, un país budista que los considera extranjeros. También hay bangladesíes. Los recatados están desnutridos, deshidratados y al borde de la extenuación.
El tráfico de personas es constante en la zona y es habitual que las autoridades militares de Tailandia, principal país de destino, hagan la vista gorda. La semana pasada, sin embargo, saltó la noticia de que las plantaciones de caucho del sur del país se utilizaban como campos para internar y distribuir a estos inmigrantes, a los que se les exigía cantidades en torno a los 2.000 dólares. Varias fosas comunes quedaron al descubierto y el primer ministro Prayuth Chan-ocha ordenó una operación contundente contra las redes de traficantes.
Esta ofensiva ha detenido el flujo habitual de las barcas que transportan a los inmigrantes. Muchos han sido abandonados en alta mar. Otros han conseguido llegar a la costa por sus propios medios. Sólo a las islas malasias de Langkawi llegaron ayer 1.018 personas en tres embarcaciones. Un número similar llegó a Aceh (Indonesia) entre la tarde del domingo y ayer lunes.
La Organización Internacional de las Migraciones da por buena la cifra de 8.000 rohingya atrapados en alta mar que ha difundido el proyecto Arakan que defiende los intereses de esta minoría perseguida en Birmania y que la ONU considera que es una de las más perseguidas del mundo. Los rohingya son utilizados como esclavos, no tienen derecho a comprar tierra y carecen los derechos civiles más básicos.
Las Naciones Unidas calculan que las redes de tráfico de personas habrían trasladado a más de 25.000 rohingya en los tres primeros meses del año, una cifra que duplica la del 2014.
Las embarcaciones son la última fase de la ruta que utilizan estos traficantes de personas para trasladar a los inmigrantes. Un itinerario que empieza en los campamentos clandestinos que poseen estas mafias en las plantaciones de caucho, especialmente las que hay entre la frontera de Tailandia y Malasia. Allí trasladan a los refugiados, donde les retienen hasta que sus familiares o amigos desembolsan la cantidad requerida. Los que pagan prosiguen el camino, al resto los abandonan a su suerte y a veces los golpean hasta la muerte o les dejan morir y los entierran de cualquier forma.
Esta situación se ha destapado a raíz de que la policía tailandesa ha hallado unos cementerios clandestinos a principios de mes en la selva del sur del país, junto a la frontera malasia. Las fuerzas de seguridad hallaron primero unas fosas comunes de poca profundidad y luego a algunos inmigrantes deambulando por la selva, que explicaron los horrores padecidos y cómo habían sobrevivido a la violencia de los traficantes. Estos relatos han dado paso a la detención de decenas de personas, entre ellas un alcalde de la región y más de 50 policías, cómplices de los traficantes.
Descubiertas en Tailandia varias fosas comunes de inmigrantes clandestinos