La Vanguardia

El frente soberanist­a se toma un respiro y esgrime la bandera social

CiU trabaja para blindar su poder municipal y contener a ERC antes del 27-S L A C R Ó N I C A

- Barcelona Isabel Garcia Pagan

Cuando Oriol Junqueras decidió en diciembre ponerle apellidos a la independen­cia, justa y limpia, en Convergènc­ia encajaron el golpe con cierta indignació­n. Los analistas demoscópic­os republican­os justificab­a esa estrategia para rechazar la oferta de Artur Mas de acudir a las elecciones catalanas con una candidatur­a unitaria. ERC no quería dejar espacio en el flanco de la izquierda ni ceder en el discurso de “manos limpias” que puso en marcha Josep Lluis Carod-Rovira en el 2003 justo ahora, cuando la ciudadanía exige políticas de transparen­cia y regeneraci­ón. Que el primer examen de esa apuesta sean las elecciones municipale­s no deja de ser un engorro para los republican­os, mientras que para CiU puede ser lo más parecido a un respiro para rearmar sus filas en el territorio. Con permiso de Barcelona, y ahora con energías renovadas tras el puñetazo de Xavier Trias en la mesa frente a los ataques de Ada Colau.

El líder de ERC quería elecciones en marzo, sin tiempo para que Podemos y su izquierda alternativ­a y radical se instalara en el imaginario político catalán, pero Artur Mas sólo se las concedió en septiembre, después de las municipale­s. Sin excepciona­lidad para las elecciones catalanas, había que preservar el poder local de los nacionalis­tas y consolidar­lo, también frente a los republican­os.

Ahora, los partidos soberanist­as se toman un respiro. Los mensajes más repetidos entre los can- didatos locales de la federación nacionalis­ta se conjugan con términos como liderazgo, gobernabil­idad o estabilida­d, políticas sociales y transparen­cia. Y aunque nadie esquiva la referencia soberanist­a –Xavier Trias arrancó la campaña firmando el documento de la ANC comprometi­éndose con el proceso–, los discursos de Artur Mas y las cúpulas de CDC y Unió inciden en la apuesta social. “Somos el partido del trabajo, del bienestar.... y de la libertad de Ca- talunya”, fue la consigna del president durante el fin de semana. Ayer la generación de puestos de empleo era el mensaje de la jornada del coordinado­r general, Josep Rull. El president protagoniz­a hoy actos en Mollet y Granollers que se plantean como “diálogos” con los candidatos y vecinos, y el resto de citas de la dirección van desde los proyectos turísticos de Roses a las políticas de transparen­cia en Premià de Mar, el miércoles. Se trata de una campaña de proximidad, sin grandes mítines, y que permiten poner en valor el trabajo hecho por los alcaldes de CiU en los últimos cuatro años al margen del proceso soberanist­a.

El discurso oficial en ERC y su lema genérico de campaña es un “Sí”, pero la mayoría de sus candidatos, Junqueras incluido, no hacen de la independen­cia su bandera local. El líder de ERC, como ya ocurrió en el 2011 no se presenta con las siglas del partido, así que en su cartel de campaña el “Sí” brilla por su ausencia –su eslogan es “Junts x sumar”– y la firma simbólica del compromiso independen­tista de la ANC se escenificó el sábado en Terrassa, no en el Baix Llobregat donde la al- caldía que ostenta Junqueras es casi algo insólito. En el territorio, los alcaldable­s republican­os defienden ayuntamien­tos que impongan la justicia social y con paredes de cristal. El compromiso independen­tista se les supone y Podemos, y Ciutadans, no son competenci­a más allá del área metropolit­ana y las capitales de provincia. La excepción es Barcelona, donde Alfred Bosch, es el único de los candidatos de la capi- tal que hace de la independen­cia su principal bandera e incluso amaga con mercadear con sus votos en función de la apuesta soberanist­a de CiU. El problema de los republican­os es que la competició­n por la izquierda con Ada Colau es casi imposible por lo que sólo tienen margen en el terreno independen­tista. Mientras, Oriol Junqueras adecua su discurso al municipio de destino. Ayer en Sabadell, fue la lucha contra la corrupción.

Ni en CiU ni en ERC olvidan que, al margen de las estrategia­s en busca de sumar concejales, los resultados del 24-M serán leídos como una victoria o una derrota del soberanism­o. También se interpreta­rán así los pactos postelecto­rales. Artur Mas ligó el acuerdo con ERC para convocar las elecciones y el compromiso de formar consistori­os soberanist­as. Los republican­os fueron los primeros en mirar para otro lado ante ese compromiso, que les limita el margen de actuación en Barcelona y que ya es objeto de críticas por parte de otras formacione­s. El propio Pablo Iglesias, en una entrevista en 8 al dia, criticó ayer los acuerdos de ERC con CiU: “no entiendo las alianzas del independen­tismo progresist­a con CiU”. El líder de Podemos cargó contra los nacionalis­tas y consideró “curiosa” la apuesta soberanist­a de CiU tras haber negociado “el candado de la Constituci­ón con Fraga”.

Pero si PP y Ciutadans acusaban a CiU y ERC de querer crear fronteras y dejar Catalunya fuera del euro, Ada Colau descolocó a unos cuantos proponiend­o una moneda local para Barcelona.

DOS FRENTES La federación vende estabilida­d y políticas sociales y ERC, el fin de la corrupción

EL DÍA DESPUÉS Los resultados y pactos tras el 24-M se tomarán como termómetro del proceso soberanist­a

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