Un ejemplo de cobardía
Todo el mundo sabe que García Albiol en otra vida fue sheriff del Far West. Uno de esos tipos altos y fuertes que, con el revólver muy visible en la cintura, y un rostro desafiante, se enfrentan solos y a pecho descubierto a los forajidos, mientras los vecinos observan el lance, temblorosos, detrás de las cortinas. Ahora bien: en el Far West el concepto de ciudadanía era relativo. El cacique del pueblo imponía la ley del más fuerte, gracias a un juez dócil que avalaba el trabajo sucio del sheriff. Por ello, en la mayoría de westerns neorrománticos (como el clásico Sin perdón de Clint Eastwood) aparece un héroe épico y marginal que se enfrenta al sheriff corrupto.
Que Albiol no es un sheriff romántico es evidente. Ha construido su fama y ha fundamentado su poder en Badalona hurgando en la herida de la inmigración. Se comporta exactamente como un sheriff sin piedad. Echa gasolina al fuego, pero no con el atrevimiento de un Le Pen o un Anglada, sino protegiéndose tras la fachada legalista. La forma con la que ayer defendía su eslogan “Limpiando Badalona” es un perfecto ejemplo de cobardía: todo el mundo entiende de qué habla pero, miedoso, él se ha curado en salud para que, formalmente, no puedan acusarle.
Uno de los principios básicos del derecho romano era alterum non laedere, no herir a los demás. Albiol transgrede sistemáticamente este viejo principio de nuestra civilización. Un buen alcalde procura dar respuesta concreta y puntual a los problemas que causen personas con nombre y apellido, inmigrantes o no. Pero al apelar de manera abstracta, genérica, a todo un grupo en términos de suciedad y limpieza, Albiol define exactamente el significado de la palabra xenofobia.
XAVIER GARCÍA ALBIO Todo el L mundo entiende de qué habla en su eslogan, pero, miedoso, él se ha curado en salud