Visión incorrecta de la escuela
Nuestra sociedad paternalista y de consumo hace que se tarde en alcanzar la madurez. Hay adolescentes que aún son niños y mayores de edad que aún no son adultos. Por eso la educación debería prolongarse hasta terminar la universidad. Al viajar, uno ve que en los países avanzados la educación es una tarea sin edad.
Invertir en educación y formar educadores es lo mejor que un gobierno puede hacer. Ser buenos padres, lo mejor que una familia debe hacer. Un país con nivel educativo es un país que funciona. Con súbditos que son ciudadanos y ciudadanos que son personas. Pero eso queda aún lejos. ¿Qué hacemos en Europa para evitar la progresiva infantilización de nuestra sociedad?
La clave, a mi parecer, está en la escuela, que ha de preparar para la etapa crucial de la adolescencia. Demasiados adolescentes fracasan hoy en los estudios y carecen de estímulos; demasiados toleran mal la frustración y, por qué callarlo, faltan al respeto a sus padres, al profesorado e incluso a sus compañeros. Pero el primero que se debe hacer respetar es el maestro, que ha de enseñar a su vez a respetar a los padres. Algo hay que corregir, a pesar de lo mucho que se ha avanzado. Quizás estamos cargando demasiado la mochila de nuestros niños, en lugar de hacer que se sientan más protagonistas y felices en la escuela. Quizás demasiadas asignaturas, demasiadas horas en clase, demasiados deberes. ¿Por qué no hacer que la escuela sea el lugar donde niños y niñas se carguen de alicientes para confiar el día de mañana en sí mismos, para trabajar en equipo –sin diferencias de sexo o cultura–, para aprender a ser educados? Han de ver que las normas y el esfuerzo no son incompatibles con disfrutar de la clase y descubrir en ella que cada uno es alguien y que cada uno es bueno en algo. Ah, por eso es tan importante apoyar y pagar bien al buen profesorado.
La escuela actual parece primar lo cuantitativo sobre lo cualitativo, los contenidos sobre las formas, lo tecnológico sobre lo social, y la mente asimiladora sobre la creativa. Faltan más matemáticas por placer, más rato para la lectura y las presentaciones, más música, más tiempo para jugar. El objetivo debería ser ayudar con antelación a formar adolescentes equilibrados y con estímulos para realizarse como adultos. El gran reto para el desarrollo, la convivencia y la felicidad personal sigue siendo aún, simplemente, la escuela.