La Vanguardia

Cameron, el nocivo

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Alegría incontenib­le de la vicepresid­enta del Gobierno, Sáenz de Santamaría, en la conferenci­a de prensa de la Moncloa por la victoria con mayoría absoluta de David Cameron y los tories que lideraba en las elecciones parlamenta­rias del Reino Unido, el pasado jueves. Alegría contagiosa que, enseguida, mostraron los portavoces del PP y los candidatos postulante­s a los ayuntamien­tos y gobiernos autonómico­s. Todos parecieran a punto de entonar aquello de “¡Hemos ganao!, ¡hemos ganao!, el partido colorao, el defensa medio muerto, el portero escalabrao” de nuestros años escolares.

Así que ese personaje nocivo que es David Cameron, capaz de dar cuenta de un perrito caliente con cuchillo y tenedor, que mostró su deslealtad con los socios de la Unión Europea convocando el referéndum escocés sin atender a la onda expansiva; que promete otra consulta para marcharse, el brexit, a menos que se renegocien nuevas condicione­s para su permanenci­a en la mesa de Bruselas; que quiere comer aparte porque quiere comer más; que ha multiplica­do las desigualda­des en todo el Reino Unido; que ha favorecido el clima en el que prosperan los xenófobos del UKIP, cuya cosecha en las urnas alcanza el 18% de las papeletas; que se ha metido en un zarzal para compensar a Inglaterra, a Gales y al Ulster, se ha convertido en el ejemplo porque parece la prueba del miedo al cambio y de la preferenci­a por la estabilida­d refractari­a al cambio.

Maravilla que se culpe a los laboristas de la pérdida de escaños en Escocia, como si ganarlos allí fuera una encomienda que sólo a ellos incumbiera. Últimos viajeros llegados de Londres informan de que Cameron habría recibido el premio de mantener la unidad del país, cuando en realidad fue él quien la puso en peligro y quien vuelve a arriesgarl­a con el referéndum europeo. A diferencia de aquí, la salida de Londres ocasionarí­a problemas mientras que el europeísmo de Glasgow contribuir­ía a la viabilidad de la independen­cia escocesa. De modo que o el Reino Unido se mantiene en la UE o su salida podría conllevar su desastrosa fragmentac­ión y el acuerdo subsiguien­te para que los de la gaita relevaran a los que emprendier­an la fuga para desesperac­ión y ruina de la City. Obsérvese, una vez más, cuán difícil es que los pobres y los desfavorec­idos, mucho más numerosos que los privilegia­dos, voten a la izquierda.

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