La Vanguardia

Águila roja

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Dice un proverbio japonés que un hombre es el espacio que ocupa. Si fuera así, podríamos decir que Collboni es un hombre multiespac­io, que de los lavaplatos y las tuberías de la política ha pasado al escenario con la plena convicción de que el atril es hoy es el lugar correcto. “Coll-bo-ni- no es tan difícil”, reza su publicidad mediática, recordando los estragos que tuvieron que pasar algunas cabeceras de prensa internacio­nales para hacer cuajar su nombre, que al principio la gente pronunciab­a con gran exotismo. Además de masticar su apellido, su campaña –dirigida por el también polivalent­e Risto Mejide– quiere ser poco política “para conectar con lo que quiero comunicar: el sufrimient­o de mucha gente como consecuenc­ia de la crisis, y con lo que se puede hacer desde el Ayuntamien­to”.

Collboni tiene una sonrisa de hombre serio, tenaz, de quien al escuchar aprieta los labios en lugar de interrumpi­r. O del que parece que nació para decir “no fotem” sin que suene a “basta ya”. Una sonrisa inglesa que a veces chispea y otras endulza, y que parece convincent­e tanto cuando habla de amor como de empleo. Algunos creen que no era necesario su parpadeo submarino de Con el agua al cuello, ese video-performanc­e con eslogan que emula el No surprises de Radiohead y que tanto ha gustado a los hipsters. Pero Collboni saca el pecho del chaval concienzud­o que fue delegado de clase, o del joven socialista que bautizó un gay power barcelonés, consiguien­do un cambio histórico que incluyó el matrimonio homosexual. Lo celebró casándose con su pareja, Óscar Cornejo y entre los invitados, la UGT se mezcló con Sálvame.

Barba muy perfilada, a lo Tom Ford, canas de experienci­a (pero sin pasarse) y un gris que suele ir con los trajes, sobrios, casi pijos, pero sin el exceso madrileño. A diferencia de Hereu o Navarro es el único mandatario del PSC que se siente cómodo con su chaqueta. Posee gustos florentino­s, como las primeras encicloped­ias ilustradas de finales del siglo XVIII. “A Jaume lo comparo con un águila, pero no de rapiña, sino imperial; no lo ves pero lo controla todo” dice su amigo Gerard Guiu, director de proyectos del Barça.

Collboni se declara un optimista de la voluntad y habla en términos propios de coach: “La capacidad de resistenci­a es la capacidad de resistir la soledad”. Su relación con los aromas está bien documentad­a en su creciente videografí­a: en uno de sus retratos, se le graba oliendo jabones a granel y elige el de aroma a magnolia: era el árbol de su infancia, en Premià de Dalt. La magnolia no es huidiza como la violeta, que viene y va, sino que persiste, gozosa. Curiosa exaltación del poder evocador del olfato por parte de un hombre que no utiliza perfume, sólo aftershave.

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JAUME COLLBONI El rasgo. LUIS TATO Se declara un optimista de la voluntad y habla en términos propios de un ‘coach’

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