Intérprete y esencias
Alisa Weilerstein Lugar y fecha: Palau de la Música (7/V/2015)
Si hace apenas cien años Pau Casals incorporó el violoncelo solista al escenario del concierto, ahora disponemos para el siglo XXI de una serie de instrumentistas que –por mencionar sólo tres de los que nos han visitado recientemente, Queyras, Gabetta y Weilerstein– presentan ya tres maneras, tres perfiles, sin que ello les haga ser ajenos a lo otro. Queyras, más cercano a la sensibili- dad en Bach, Gabetta, del mundo romántico, y Weilerstein, en la que Kodaly parece haber encontrado “la intérprete” de su virtuosa Sonata, tan compleja y vertida con tanta gracia y musicalidad.
El recital de Weilerstein nos dejó un gran momento en su Kodaly. La joven cellista dispone de una ductilidad sorprendente en el arco, límpido, de alarde en la gradación dinámica y en los ataques, claridad en el sonido, en la bicordalidad, y virtuosismo en su mano izquierda que suma precisión y estupenda afinación. Si agregamos el brillo de su dicción, que llenó la sala con escaso público del Palau, estamos sin duda ante una de las grandes de hoy.
Sensible a ampliar el repertorio de este instrumento –Britten es un clásico casi– nos propuso además del breve tema que el compositor británico dedicó a Paul Sacher y que precede las once variaciones de diversos compositores, una agradable y convincente versión de Omaramor, un pequeño poema en el que su compatriota Osvaldo Golijov deja entrever un tema famoso de Gardel. Pero de éste a Bach, hay un largo camino, y la versión que la cellista hizo de la Suite nº 3 nos hace pensar en que el intérprete dispone de libertad en su intelección de la partitura, aunque hay un límite, y no puede alterar las esencias. Hizo una lectura por momentos demasiado romántica, con un fraseo que estira la frase, alterando el gesto barroco de Bach.