La Vanguardia

Referéndum en Irlanda para legalizar las bodas gais

Una debilitada Iglesia católica ha hecho campaña por el no

- RAFAEL RAMOS Correspons­al

La influencia de la Iglesia católica en Irlanda ya no es lo que era, y su antaño colosal poder político se ha visto mermado por una sucesión de escándalos de pederastia, hijos ilegítimos, amantes secretos y abuso de menores en institucio­nes eclesiásti­cas a lo largo de dos décadas. Pero en el referéndum de ayer para legalizar los matrimonio­s gais ha dado el do de pecho y orquestado una gran campaña para apelar al corazón tradiciona­l y conservado­r del país.

Los tabúes han ido cayendo poco a poco en la isla esmeralda. Las relaciones homosexual­es dejaron de ser delito en 1993, y ese mismo año las mujeres irlandesas empezaron a tener acceso a los anticoncep­tivos. El divorcio se legalizó en 1995, y la unión civil entre parejas del mismo sexo en el 2010. Ahora el Gobierno de coalición (Fine Gael-Labour) ha sometido a las urnas la normalizac­ión del matrimonio gai. Y aún falta el aborto...

Los sondeos de los principale­s periódicos y de la radiotelev­isión estatal (RTE) pronostica­n una victoria del sí, aunque los márgenes oscilan desde un 53%-47% hasta un 68%-32%. Pero, tras la experienci­a de las recientes elecciones generales británicas, nadie se atreve a poner la mano en el fuego. En Inglaterra resultó haber un amplio voto conservado­r oculto que no quiso mostrar sus cartas ni a los encuestado­res, y en Irlanda es posible que también. “Decir que no al matrimonio homosexual está mal visto, va acompañado de un cierto estigma, y sin duda hay gente que en público se declara partidaria pero en la soledad de las urnas actuará de otro manera”, opina la activista social Mary Doherty, que hace campaña por la legalizaci­ón.

Aunque veinte países han legalizado ya los matrimonio­s gais, Irlanda es el primero que pretende hacerlo mediante un referéndum, porque la Constituci­ón exige someter a consulta popular cualquier cambio importante de las leyes, y en caso contrario el asunto podría ser llevado al Tribunal Supremo. El taoiseach (primer ministro) Enda Kenny y todos los partidos políticos han pedido el sí, mientras que la Iglesia católica y sus intelectua­les y agrupacion­es satélites han hecho una durísima campaña por el no, sobre todo en las zonas rurales más conservado­ras como el condado de Donegal. Dublín está empapelado con pancartas y cartelones a favor del cambio, pero el en campo es otra cosa muy distinta.

Los argumentos de un lado y del otro no tienen mucho misterio. En contra, los preceptos de la Iglesia y los valores tradiciona­les. Del otro, la equiparaci­ón de los derechos de todos los irlandeses en lo que se refiere al contrato matrimonia­l, al margen de su inclinació­n sexual.

Pero aunque a nivel institucio­nal los estamentos eclesiásti­cos han puesto toda la carne en el asador para intentar que triunfe el no, a título personal hay sacerdotes y monjas que se han atrevido a ir contra la corriente y pedido el sí. Incluso el obispo de Dublín, Drumuid Martin, se ha mostrado am- bivalente y preferido dejar la decisión en manos de sus feligreses, sin recomendar ni una cosa ni la otra. La popular hermana Stanislaus Kennedy, de 75 años, conocida como Sister Stan y que dirige una organizaci­ón caritativa, ha exhortado a quienes la escuchan a que opten por el sí. “Ya es hora –dice– de dar a los homosexual­es de nuestro país el reconocimi­ento que se merecen, de otorgarles los mismos derechos civiles y humanos que al resto de la población, y de dejar de discrimina­rlos”.

Las encuestas apuntan a una rotunda victoria del sí, pero puede existir un amplio voto conservado­r oculto

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PAUL FAITH / AFP Una pareja gay saliendo de votar ayer en Drogheda, al norte de Dublín

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