Tres veces lo intentó Platón
El catedrático Ángel Gabilondo tiene un espléndido currículum, que incluye una tesis sobre el filósofo más esférico: “El concepto como experiencia y sistema en Hegel”. Catedrático de Metafísica de la UAM, rector, presidente de la conferencia de rectores, ministro de Educación elogiado por la comunidad educativa, Gabilondo es un tipo amable y deferente, el profesor lúcido al que toda persona culta querría en su mesa, el hombre de izquierdas capaz de fraguar consensos con la derecha, un socialista con memoria católica (fue hermano del Sagrado Corazón), un donostiarra de Madrid, defensor de los débiles y del diálogo.
¿Qué hace un sabio pausado y deferente como él en la política? Opta a presidir la Comunidad de Madrid, que, como todas, acumula escándalos de corrupción: la depredación de Bankia, los robos de Gürtel y la red cínica de la Púnica que Francisco Granados construyó pacientemente, enviando a Suiza los millones de la autonomía de la que era vicepresidente. Sobre este paisaje negro como una pizarra, Gabilondo ha escrito con tiza de profesor anticuado un frase de Kant: “La honradez es la mejor política”. Este ha sido su eslogan electoral. Con tal propósito se ha paseado por Madrid estos días. Ahora bien: pasar de la desolación corrupta a la lección de Kant no es un cambio: es salto tan desmesurado que parece inalcanzable. Si gana las elecciones, seguramente no logrará darlo. Lo sabe. En un delicioso libro de proverbios, él mismo dejó escrito: “No todas las indicaciones aconsejan”. Y también: “Se abrió de repente la ventana y cayeron palabras extraviadas”. Les sucede a todos los filósofos, empezando por Platón, cuando se meten en política: abren la ventana y, no se sabe cómo, todas las palabras sabias se desorientan.
ÁNGEL GABILONDO. ¿Qué hace un sabio pausado y deferente como él en la política?