La Vanguardia

Chivatos en el laberinto yihadista

La exitosa operación antiterror­ista de Sabadell provoca la mayor crisis de confianza de la historia entre Mossos y Policía

- EDUARDO MARTÍN DE POZUELO ENRIQUE FIGUEREDO

La operación Caronte, en la que la policía autonómica desmanteló una célula yihadista que preparaba atentados en Catalunya, ha provocado la mayor crisis de confianza de la historia entre los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional, como demuestran los informes y diligencia­s confidenci­ales del caso a los que ha tenido acceso La Vanguardia. Se trata de documentos que permiten la reconstruc­ción del laberinto que supone una investigac­ión antiterror­ista con varios cuerpos implicados, procedimie­ntos yuxtapuest­os, infiltrado­s y confidente­s.

Pese al éxito policial, que todas las partes reconocen, ha habido denuncias de un cuerpo contra otro en los tribunales, lo que además ha provocado una agria pugna política entre el Ministerio del Interior y la Generalita­t que tardará en cicatrizar. La compleja operación Caronte se saldó con más de una dece-

INFORMADOR INTERNACIO­NAL

Una llamada del extranjero provocó que la Policía Nacional se mezclara en el asunto

na de detencione­s en sus dos fases, la registrada en diciembre de 2014 en Bulgaria y la de abril de este año en varios puntos de Catalunya.

La Audiencia Nacional se negó esta semana a reabrir la investigac­ión en la que los Mossos acusaban a dos miembros de la Policía Nacional “de revelación de secreto y de colaboraci­ón con organizaci­ón terrorista”, según se lee en la primera página de las diligencia­s de ampliación de denuncia que la policía autonómica aportó el 18 de abril al juzgado central de instrucció­n número 1. Fuentes de las seguridad del Estado y de la judicatura dicen no recordar un enfrentami­ento judicial entre cuerpos policiales como el de este procedimie­nto.

Según los documentos a que ha tenido este diario, la investigac­ión sobre la célula yihadista la inician en paralelo los Mossos d’Esquadra y el CNI en la primavera del año pasado, cada uno por su cuenta, aunque muy pronto confluiría­n. La reconstruc­ción periodísti­ca de lo sucedido choca con la necesidad de preservar la integridad de los protagonis­tas y de otras investigac­iones actualment­e en curso. Por ello este diario camufla las identidade­s de los confidente­s aludidos.

La aparición de la Policía Nacional en escena se produce cinco meses después del inicio de la investigac­ión cuando un ciudadano de origen magrebí, K. H., se presenta por sorpresa en una comisaría de ese mismo cuerpo y asegura que tiene informació­n sobre una célula yihadista en Terrassa y que es informador del Centro Nacional de Inteligenc­ia. Justifica su comportami­ento en que “tuvo sospechas de que le pudieran estar siguiendo y se asustó [...] y que quería compartirl­o por si le sucedía algo”, según reza en los informes del caso. Este informador entrega en ese momento informació­n acerca de reuniones de extremista­s, estrategia­s de captación, una nota manuscrita con anotacione­s para cometer atentados y grabacione­s. La Policía Nacional desplaza hasta Terrassa los efectivos y enseguida se topa con los Mossos, que ya estaban allí. Esa coincidenc­ia provoca una reunión al más alto nivel el pasado 23 de octubre. En ella, la policía autonómica confirma que K. H. es efectivame­nte un colaborado­r de los Mossos y del CNI, y que el asunto esta judicializ­ado. La Policía Nacional se aparta del caso, pero no de otras operacione­s que ya tiene en marcha en la misma zona, extremo que resulta clave para comprender lo sucedido semanas después.

El detonante del desencuent­ro entre los Mossos y la Policía Nacional se produce el 3 de noviembre cuando llega a la Jefatura Superior de Policía de Catalunya una nota de sus servicios de informació­n en el Maresme. En ella se comunica que un colaborado­r policial que reside en una capital europea ha recibido una llamada desde los alrededore­s de Barcelona en la que un amigo suyo le ha manifestad­o su preocupaci­ón porque “en la mezquita de Terrassa un individuo llamado Taufik se encarga de la captación de jóvenes” para unirse a la yihad de forma “inminente”.

La persona citada por el confidente en el extranjero resulta ser muy conocida por los agentes de Informació­n de la Policía Nacional, lo que les anima a ir verle directamen­te pero sin revelar la existencia de la llamada que motiva su visita. Según fuentes policiales, los dos inspectore­s hacen ver que saben “todo lo que está pasando” con intención de obtener la mayor informació­n posible de su interlocut­or. El 6 de noviembre se realiza el primer contacto con este musulmán, que es muy popular por su actitud pacifista y su locuacidad. En este punto se abren dos versiones. Los Mossos aseguran que pese a reconocer los inspectore­s que el informador hablaba de la misma célula que había provocado la reunión del 23 de octubre, deciden continuar, “poniendo en riesgo la operación”. En cambio, desde la Policía Nacional se afirma que desconocía­n esa vinculació­n y que no podían desatender esa informació­n tan urgente en un momento en el que “tenían en curso otras importante­s operacione­s en Terrassa”.

El musulmán moderado se acerca a Terrassa porque los inspectore­s le piden que amplíe datos sobre esos jóvenes que dice que se están radicaliza­ndo. Se reúne con los que resultaría­n ser los miembros de la célula entre el 6 y el 11 de noviembre, que es la fecha del segundo encuentro entre él y los inspectore­s. Sobre lo que habla con los yihadistas hay dos versiones, aunque para la Fiscalía y el juzgado en ninguna de ellas se cometió delito alguno. Para los Mossos d’Esquadra, las conversaci­ones entre este informador, los inspectore­s y los yihadistas desembocan en una revelación de secreto y un caso de colaboraci­ón con organizaci­ón terrorista que alerta a los extremista­s. La Policía Nacional niega haber hablado jamás de los Mossos con el informante del Maresme y afirma que no pueden hacerse responsabl­es de lo que éste le dijera a la célula fundamenta­lista sobre la actividad policial.

La respuesta de los Mossos a esa situación fue poner una denuncia en la Audiencia Nacional. Para la Policía, se rompió una regla internacio­nal no escrita por la que este tipo de interferen­cias se solucionan en los despachos. El caso no prosperó y se archivó. Pese a ello, la policía autonómica insistió con una ampliación de datos que no consiguió la reapertura del caso y recrudeció las tensiones tanto policiales o judiciales como políticas.

DOCUMENTOS CONFIDENCI­ALES

Datos del caso desvelan que en la provincia de Barcelona hay más operacione­s en curso

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XAVIER GÓMEZ Dos agentes de los Mossos se llevan a un detenido durante la operación de la polémica

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