El claustro o el mundo
Los canonistas alertan de que la política formal choca con la vida religiosa
Sobre ellas se ha oído estos días uno de los más excelsos refranes castellanos en materia de incompatibilidades: no se puede estar en misa y repicando. Dos monjas –la dominica Lucía Caram y la benedictina Teresa Forcades– han sacudido la campaña electoral con un repunte de sus actividades fuera del monasterio.
Sor Lucía Caram aspira a continuar simultaneando su labor en el convento de Nostra Senyora dels Àngels i de Santa Clara de Manresa, desde donde impulsa iniciativas caritativas, con su presencia en programas de radio y televisión. Forcades ha planteado abandonar por un tiempo el monasterio de Sant Benet de Montserrat para dedicarse formalmente a la política, tras meses coliderando con el economista Arcadi Oliveres el movimiento Procés Constituent. La hermana Teresa quiere presentarse como candida- ta en las elecciones catalanas.
Así las cosas, la Santa Sede ha llamado al orden a sor Lucía a través del nuncio papal en España, Renzo Fratini, por su activismo mediático y político. Mientras, es la propia Forcades –que en 2009 tuvo problemas con Roma por unas frases sobre el aborto– quien ha dado un paso al frente en busca de solución jurídica a su caso.
Ambas pertenecen a la denominada vida contemplativa –consagrada principalmente a la oración– y viven la disyuntiva de compaginar el claustro y el mundo o elegir; en ese sentido, resulta paradójico que uno de los libros de Caram lleve por título, precisamente, Mi claustro es el mundo.
Según el Derecho Canónico, la exclaustración de las monjas corresponde a la Santa Sede, en concreto a la Congregación para la Vida Consagrada, y está prevista sólo para la profesa de votos perpetuos, mientras que para la profesa de votos temporales existe la posibilidad de ausentarse temporalmente con consentimiento de la abadesa.
Sin embargo, hablando sobre exclaustración, Teresa Forcades –que ha hecho votos perpetuos– dijo el miércoles que la abadesa de Sant Benet “puede dármela por un año, ampliable a dos, y podría ser, pero eso me parecería demasiado, ampliable a tres, y también podría no dármela”.
La abadesa de Sant Benet, Montserrat Viñas, lleva veinte años en el puesto, y a partir de junio habrá elecciones en el cenobio. Esta comunidad benedictina ha sobrellevado con entereza las repercusiones de la vida extramu- ros de sor Teresa, pero una candidatura al Parlament es un paso de gran magnitud, y “la comunidad me ha dicho que no”, desveló Forcades en el programa 8 al dia. Según fuentes cercanas a Sant Benet, “se está intentando solventar la situación durante el mandato de la actual abadesa, de manera que su sucesora comience sin ese asunto pendiente”.
Pero la clave en ambos casos, dicen los especialistas, es el activismo en sí. Según el artículo 287.2 del Derecho Canónico, los clérigos no pueden participar en partidos políticos ni en sindicatos, salvo que la autoridad eclesiástica competente lo considere útil para “la defensa de los derechos de la Iglesia o la promoción del bien común”. En 2007, el obispo paragua- yo Fernando Lugo invocó esa salvedad para poder ser presidente de su país, pero la Congregación de los Obispos de la Santa Sede le respondió que no, y le suspendió a
divinis (imposibilidad de ejercer como sacerdote y como obispo).
Ese canon no menciona a las religiosas, pero las alcanza por motivos obvios, como otros artículos citados por un jurista eminente. El 666 dice que “en el uso de los medios de comunicación hay que observar la discreción necesaria y evitar las cosas perjudiciales a la propia vocación”.
Y el 665.1 señala que la ausencia de la casa religiosa la puede conceder el superior o superiora “por una causa justa”, pero sólo por un año, y “por razón de enfermedad, estudios o ejercicio del apos- tolado en nombre del instituto”.
Toda la arquitectura jurídica de la Iglesia católica indica que la actividad política de Teresa Forcades no encaja en la vida monástica, y que no está prevista la exclaustración temporal por ese motivo, aparte de que tratándose de una monja con votos perpetuos, su caso correspondería a la Santa Sede, no a la abadesa. La ley eclesial también apunta a que el activismo de Lucía Caram empieza a ir, a juicio de otro canonista consultado, “más allá de la normal intervención en el debate público, desde el momento que apoya abiertamente a un partido”. Si la hermana Teresa se va de Sant Benet, probablemente será para siempre. Si sor Lucía podrá mantener su actual nivel de actividad, está por ver.