La Vanguardia

La digna heredera de Ingrid Bergman Tuvo que vivir dentro de un corsé ortopédico de los 12 a los 17 años, ha disputado triatlones y ahora difunde la cocina sana en su blog

HIJA DE LA BELLA ISABELLA ROSSELLINI Y NIETA DE LA MÍTICA PROTAGONIS­TA DE ‘CASABLANCA’, A QUIÉN NO CONOCIÓ, SE PREOCUPA MÁS POR LA BIOMEDICIN­A Y EL CAMBIO CLIMÁTICO QUE POR SU PROPIA CARRERA COMO MODELO

- MARGARITA PUIG

Prefiere hablar de sus estudios, de su blog de cocina y del cambio climático que de su belleza congénita, de su infancia o de su propia carrera como modelo. Porque Elettra Wiedemann Rossellini quiere que quede claro que aunque es la hija de la bellísima Isabella Rossellini y nieta de la impecable Ingrid Bergman, tiene las ideas muy claras. Y está donde está por méritos propios. Así desde sus casi 1,80 de estatura y esa mirada inconfundi­ble que la conecta sin remedio con el aura que ha envuelto a las mujeres de su familia, pero más a la abuela Ingrid que nunca conoció, se deleita especialme­nte cuando trata sobre su licenciatu­ra en Relaciones Internacio­nales en Nueva York y el master posterior de Biomedicin­a que hizo en la London School of Economics. Es una materia que le preocupa y que le hace sentirse segura ante una vida que, siempre lo dice, no sabe “lo que depara”.

Con la cara lavada tiene un aspecto inocente. Infantil pero cautivador. Aunque pudo ser perfecta, la adolescenc­ia de esta imponente modelo que el 23 de julio cumplirá 32 años, fue más dura de lo que muchos puedan pensar. No era nada divertido ser la hija de Rossellini en el colegio y no fue hasta su llegada a la universida­d cuando comenzó a sospesar los beneficios de su potente genética. Además, entre los doce y los 17 años sufrió una escoliosis severa que le obligó a vivir encerrada dentro de un corsé ortopédico.

Quizá por eso desde entonces no le otorga demasiada importanci­a a la belleza que le ha permitido ocupar un amplio reportaje en la última edición de Paris Match, o haber sido, sin proponérse­lo, una modelo cotizada para firmas como Abercrombi­e & Fitch, Lancôme, Bill Blass, Ferragamo, Samsonite o Mango y haber desfilado en las pasarelas de todo el mundo. Puede que esa escoliosis superada sea también la razón por la que no deja de estirarse ni un momento mientras habla o de hacer deporte en cuanto su agenda de it girl se lo permite.

Elettra Wiedemann (es hija del de su segundo marido de Isabella Rossellini, el exmodelo norteameri­cano Jonathan Wiedemann) ha hecho triatlones y se define como una gran deportista al tiempo que se defiende como nadie sobre tacones imposibles. Pero lo que más peso tiene en esta modelo que en el 2010 fue escogida como una de las cincuenta mujeres más bellas del mundo y la gran sorpresa de la campaña de otoñoinvie­rno de Mango es su apasionami­ento por las causas justas.

Junto a su marido, el restaurado­r británico James Marshall, puso en marcha hace tres años One Frickin Day, una ONG que ha llevado a cabo proyectos en Ruanda, Burundi y Haití, donde ha instalado paneles solares para proporcion­ar energía a hospitales. Linda Evangelist­a y Christy Turlington son las dos modelos que mejor encajan con su espíritu y su padre una de las mejores in- fluencias de su vida. Recuerda siempre que Jon Wiedemann era un reconocido modelo cuando conoció a su madre, pero que es además diplomado en Harvard y hoy un día uno de los grandes dirigentes de Microsoft. Cuando sus padres se separaron, Elettra se acostumbró a vivir de septiembre a junio en Nueva York con su madre y el resto de los meses en Los Ángeles con su padre. Y cuando dejó colgados los estudios durante un par de años porque comenzó a desfilar como modelo, su padre le hizo prometer que se diplomaría más tarde. “Cuando doy mi palabra, no hay vuelta atrás”, explica esta joven comprometi­da que también ha sabido cumplir con las exigencias de su madre.

Por un lado reconoce que si tiene un francés excelente es porque Isabella Rossellini dejó claro desde el primer día que esa era la lengua en su casa y no se habló otra. Y por otra, porque tomó encantada el relevo de su madre como nuevo rostro de Lancôme en el 2006. Desde ese momento su vida ha sido un no parar. Va de un lado para otro, de pasarela en pasarela y de campaña en campaña pero asegura no sentirse por ello una ciudadana del mundo. Se siente, dice, “decididame­nte neoyorquin­a”. Por eso se ha comprado recienteme­nte una mansión en Brooklyn junto a su marido y esperan rehacerse de “la factura que nos ha costado” antes de decidirse por fin a tener un primer hijo. Con James Marshall se casó en el 2012 tras una relación de cuatro años. A su marido, inversor en temas de restauraci­ón y también socio de una productora de documental­es, le conoció en Londres durante una gala benéfica de la Fundación Gorbachov. Compartier­on mesa ese día y planificar­on una cita que no tuvo nunca lugar. Pero, el destino los volvió a cruzar un día en el metro, desde entonces tuvieron claro que estaban hechos el uno para el otro.

Les une, además de su corazón altruista, el amor por la cocina. “Me encanta cocinar no hay nada que me relaje más que preparar platos para mis amigos en casa”, explica con resolución. Pero su idilio con la cocina no queda en el entorno familiar puesto que ha creado su propio blog. Se llama Impatient Foodie, y propone recetas de su propia creación (las imagina y las convierte en realidad). La fama le precede y hace un año, durante la Fashion Week de Nueva York fue contratada para lanzar un concepto de restaurant­e muy especial. Fue una experienci­a muy aplaudida que era al mismo tiempo un restaurant­e efímero, biológico y ecológico.

Esa inquietud por lo ecológico también es herencia de su madre a la que ve a menudo. Más desde que Isabella Rossellini se ha trasladado a una granja en Long Island. Allí cuida pollos, cabras, cerdos y ovejas y también todo tipo de verduras orgánicas que Elettra utiliza para sus recetas. ”A ella le debo la curiosidad y el amor por el aprendizaj­e que supo transmitir­me desde el primer día”, dice agradecida de la que se convirtió en todo un icono con Blue velvet de David Lynch.

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