La Vanguardia

El Barça celebra la Liga de Xavi

El Camp Nou despide con honores al capitán y ya espera la Copa

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Xavi saltó al Camp Nou y encontró que el sábado 23 de mayo de 2015 ese estadio era más suyo que nunca. No le pareció extraño. El Barça no se jugaba nada pero más de 90.000 personas quisieron expresar su agradecimi­ento al capitán que hace un par de días anunció que abandonaba el club. El ambiente fue excepciona­l. Emocionant­e. De pura felicidad, aunque saltaran lágrimas. De amor hacia alguien que lo ha dado todo. Xavi acabó llorando mientras el público seguía coreando su nombre. “Muchísimas gracias por todo”. No podía hablar. El público lo veía. “Somos el mejor club del mundo, digan lo que digan”. Y se acordó de todo el mundo demostrand­o otra vez que no sólo ha sido un futbolista exquisito, sino que también es un buen compañero, un amigo, y un buen hijo.

Antes de jugar su último partido de Liga con el Barça, Xavi tendrá que recordar que al mismo tiempo que sonaba el himno, de la tribuna lateral bajaba una señora pancarta con su imagen y un escrito en el que su mítico número 6 servía al mismo tiempo de G para formar la palabra Gracias. Tal como salía al campo veía con orgullo que en el gol que da a la Diagonal, entre el precioso mosaico que dibujó todo el estadio, se podía leer la palabra “campions”. Vio como a la salida del túnel de vestuario los jugadores del Deportivo rendían tributo, con un pasillo, a ese equipo que él, Xavi Hernández Creus, el hijo de Maria Mercè y Joaquín, a los 35 años, 24 de ellos vistiendo la camiseta blaugrana, había capitanead­o una temporada más hacia la reconquist­a del título de Liga. Sabía que entre los más de cien niños que quisieron hacerse una foto con los campeones estaban sus sobrinos Guillem y Arlette, los hijos de su hermano Òscar. No era un sueño. Era una realidad.

Nada era igual a cuando debutó en el Camp Nou, allá a finales de los noventa. Entonces unas horas antes estuvo en casa, con sus padres, que le acompañaro­n al estadio donde debutaría con el primer equipo en casa en la Liga. “Aquel día era más especial que este”, dijo Maria Mercè ayer a La Vanguardia. “El debut era importante porque hay toda una vida por delante. Lo de hoy ha sido más especial. Es el final de una larga carrera”. Antes de que comenzara el encuentro contra el Dépor, el último partido de Liga, Maria Mercè le envió un mensaje a su hijo: “Hay un partido, niño. Se tiene que ganar. Que nadie te quite lo bailao”. Xavi le respondió con

El Estadi corea con emoción el nombre de Xavi y le brinda una despedida emocionant­e “Hay un partido, niño. Se tiene que ganar. Que nadie te quite lo bailao”, le dijo Maria Mercè a su hijo

carcajadas. El Barça salió al campo con la intención de homenajear a su capitán. Quiso y pretendió jugar con exquisitez, como lo hizo siempre Xavi. Quería jugar el equipo de Luis Enrique sin exigirse demasiado, sin exprimirse mucho porque tiene dos finales más importante­s que pueden darle la gloria. No fue al máximo el Barça cuando vio que a los 5 minutos Messi ya había roto el cerrojo del Depor. Tocó el balón. Lo acarició. Todo muy ortodoxo. Muy del manual de este Barça.

“Tengo la sensación de nostalgia por un lado, y por otro una sensación de mucha felicidad”, dice Joaquín, que se emocionaba mientras hablaba. “Cuando en anteriores partidos he oído los gritos de ‘Xavi, quédate’ se me ponía gallina en la

piel como decía Cruyff”, añadía el padre, orgulloso de haber tenido un hijo tan genial. Más piel de gallina se le tuvo que poner cuando en el minuto 86 Luis Enrique decidió efectuar el cambio de Xavi por Iniesta, que se fundieron en un abrazo sentido, y el público, todos los culés y los gallegos del Depor que había en el estadio se pusieron de pie y corearon su nombre como nunca lo había escuchado, y lo ovacionaro­n con ganas, con el corazón, con el alma. Él, Xavi Hernández Creus, lo merecía. Toda su vida dedicada al Barça. Toda su vida representa­ndo al Barça con dignidad y seriedad. No importó nada que el Depor empatara el 2-0, que puso Messi, y que al final el equipo gallego se salvara. Por lo menos al final la fiesta fue total. Para los campeones y para el Dépor que seguía en Primera. El Camp Nou gozó como nunca. Los jugadores hicieron saltar a sus hijos al campo, y también a sus parejas. Y el Camp Nou vibró, tembló, fue una fiesta memorable, con confetis cuando el capitán Xavi recogió el trofeo de campeón de Liga y sonó We are the champions entre petardos y una traca final sentida, que encogía el corazón, que removía el cuerpo, que erizaba la piel. Puro elixir. Y al final esa vuelta al estadio ofreciendo el trofeo. Esos gritos de Messi y de Luis Enrique, y de todos los que salieron a dedicar el título. Todo estremeced­or. “Yo sé que un día volverá al Barça”. Es el sueño de su madre. Y Xavi se fue tras dar una vuelta de honor, mientras en el centro del campo se leía: “Campions, junts, imparables”. Él, Xavi, invitó a la afición a volver el próximo sábado. Para celebrar otro título. Gran tarde la de este sábado 23 de mayo de 2015. Que día más hermoso para recordarte Xavi.

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Dagoberto Escorcia Barcelona
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GUSTAU NACARINO / REUTERS Xavi Hernández recibió emocionado el homenaje del estadio
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JORDI ROVIRALTA
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MANÉ ESPINOSA

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