La Vanguardia

Otra oportunida­d

La francesa Valérie Tong Cuong publica ‘El taller de las ilusiones’, novela fenómeno sobre las segundas oportunida­des

- XAVI AYÉN París Enviado especial

La francesa Valérie Tong Cuong se imagina en El taller de las ilusiones, la existencia de una organizaci­ón similar a una oenegé que se encarga de ayudar a las personas que están pasando por un mal momento.

¿Se imaginan una ONG que nos recogiera de la calle en nuestros momentos más bajos y nos diera alojamient­o y comida hasta que estuviéram­os reinsertad­os? ¿Que no se dedicara solamente a los sintecho, sino que acogiera bajo su ala, por ejemplo, a profesores en crisis de nervios por el maltrato que reciben de sus alumnos? ¿O incluso a mujeres burguesas cuya moral y autoestima es minada a diario por sus maridos? ¿O a trabajador­es que no resisten la toxicidad de sus compañeros de despacho? Una ONG que, en el proceso de curación, fuera dando armas, psicológic­as y formativas, a las personas que ayuda. Su director se- ría una especie de ser mágico, como un ángel wendersian­o, que se recorrería la ciudad buscando gente con problemas para darles una segunda oportunida­d a todo tipo de perdedores. Esa idea, la de “un taller de mecánico que pone las cosas en orden y te da una vida nueva”, es el eje de la nueva novela de la francesa Valérie Tong Cuong (París, 1964), El taller de las ilusiones ( Grijalbo).

Tong Cuong, como sus personajes, ha tenido también varias vidas. En las anteriores, hasta fue cantante durante diez años en un grupo de pop-rock, Quark –de lo mejor de la escena del país vecino– o empleada modelo en una gran empresa, de la que, tras ser despedida “de modo brutal”, salió “totalmente hundida”. Sin embargo, “la felicidad estaba al lado de la catástrofe”, pues invirtió la indemnizac­ión en tiempo para escribir y se convirtió en novelista.

La historia de El taller de las ilusiones está narrada en primera persona por tres personajes, muy diferentes pero con una cosa en común: todo les va fatal. Millie es una bella veinteañer­a que, tras un incendio, sufre una amnesia profunda que le impide recordar siquiera quién es. El Señor Mike es un fornido exmilitar que duerme en la calle. Y Mariette, una profesora de instituto que deberá enfrentars­e a unos alumnos más que difíciles.

Millie “se ha prohibido vivir, está dominada por la culpa a consecuenc­ia de una tragedia” y guarda un secreto inesperado. Mariette “ha perdido el control de su vida, progresiva­mente. Veinte años atrás, amaba su trabajo, creía construir una familia con la base de un amor sólido... pero, con los años, se ha dejado devorar por su marido, un político que la utiliza como objeto que mostrar”. El Señor Mike “no fue querido en su infancia, y cree que no merece amor por sí mismo, se alista en el ejército para despertar la admiración y el respeto pero, al dejar la vida militar, acaba en la calle”. El lector se identifica con los tres narradores porque, “¿quién no ha tenido nunca la sensación de no valer gran cosa? ¿Quién no ha tenido el problema de no saber decir que no?”.

Y entonces llega Jean, el director de la asociación, “alguien ambiguo pero que les tiende la mano cuando tocan fondo. Sabe cómo hablarles de sus problemas” y “cambiará sus destinos, como una especie de dios”.

Lo primero que la autora tuvo en su cabeza fue la temática: “La necesidad del reencuentr­o, de la ayuda mutua, de apoyarse los unos a los otros”. Después, los personajes le fueron “dictando la historia al oído, como si fuera algo que hubiera sucedido”. El Taller no se inspi- ra en ninguna asociación real –“la gente me pide la dirección”– pero Tong Cuong ha colaborado con varias entidades solidarias. “El que ayuda recibe cosas a cambio, en general es algo que nos hace sentir mejores a todos”. La novela reflexiona sobre los motivos de la solidarida­d (“a veces los que han sido más malvados son luego los más generosos”) y otros temas: “¿Es justo que otros decidan lo que es mejor para mí? ¿Hay límites éticos a la acción solidaria? ¿Las mentiras también pueden ayudar?”.

Nada es blanco o negro. La autora detalla las sutiles formas del dominio que puede ejercer, por ejemplo, un marido, escondiénd­olas bajo la forma de bromas. O, en el mundo laboral, “donde pasamos la mayor parte de nuestra vida adulta, y estamos expuestos a relaciones tóxicas de las que hay que protegerse”.

El personaje del Señor Mike se inspi-

“¿Quién no ha tenido la sensación de no valer gran cosa? ¿Quién no ha tenido el problema de no saber decir que no?” “Un personaje se basa en un sintecho que dormía bajo mi casa, le di un libro dedicado y se puso a llorar”

ra en un clochard real que se instaló en el portal del edificio donde vive Tong Cuong. “Hablé mucho con él, había sido militar, era muy fuerte, defendía su territorio fieramente de los otros vagabundos. Le entregué un libro dedicado, le dije que era mi personaje... y vi cómo le caían las lágrimas”.

Tong Cuong había publicado ya en España Kilos (Ediciones B), sobre una mujer gorda, y Divina providenci­a ( Salamandra), centrada en azares que cambian la vida. Pero es El taller de las ilusiones –del que se prepara una película– la obra que la ha catapultad­o a más de veinte países y a lo más alto de las listas de libros más vendidos en Francia.

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KIM MANRESA Valérie Tong Cuong, fotografia­da hace unos días en el interior de una cafetería parisina
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