Polonia dirime las presidenciales más reñidas de su historia
El presidente liberal Komorowski se enfrenta al nacionalista católico Duda
Nadie está en condiciones de predecir el desenlace de la decisiva votación de hoy, la carrera más reñida por la presidencia de Polonia. A pesar de que los dos candidatos –el actual presidente, el liberal Bronislaw Komorowski, y el candidato de la oposición nacionalista católica, Andrzej Duda– habían apurado al máximo su intensísima agenda en las dos semanas que separaban la primera y la segunda vuelta electoral, con dos duros debates en directo, los últimos sondeos sitúan a ambos rivales en un empate.
La gran sorpresa ha sido la irrupción inesperada de un potente grupo de indignados, en su mayoría jóvenes, que habían puesto patas arriba el escenario político al otorgar en la primera vuelta un 20% del voto al músico de rock Pawel Kukiz. A diferencia de los movimientos parecidos que surgieron en España o Grecia, inundando las calles, los indignados polacos gritaron sólo en las urnas. La falta de respuesta a estos indignados había reducido la cómoda ventaja del presidente Komorowski, que hace dos meses daba por ganada la presidencia al liderar los sondeos con más del 60% de votos, mas del doble que su rival Duda.
El éxito de los indignados fue tanto más chocante dado que Polonia ha atravesado la crisis económica con un crecimiento en ocho años de casi el 25%. Y aunque Kukiz quedó eliminado de la segunda vuelta, el desafecto de sus votantes con el Gobierno y la política establecida ha marcado la segunda vuelta, obligando a los dos candidatos a luchar por el voto de los indignados.
Aun así, la carrera ha reflejado un choque entre dos Polonias muy contrapuestas. El presidente Komorowski basó su campaña en un mensaje liberal y de continuidad, plena adhesión a Europa y firmeza ante la amenaza expansionista de Rusia y respaldo a Ucrania. Mientras, Andrzej Duda desplegó un abanico de promesas económicas y sociales, como la de revertir la reforma de la edad de jubilación, combinadas con un mensaje nacionalista destacando el interés nacional por encima de las políticas de consenso europeo, emulando el modelo del regimen húngaro de Viktor Orbán.
Pese a que Andrzej Duda, un desconocido hace unos meses y sacado del anonimato por el autoritario líder de Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, pretendió ofrecer una cara amable de “cambio deseable” a su radical rechazo de la Polonia liberal, para muchos polacos resulta claro que detrás de él vuelve a asomarse el mismo nacionalismo antieuropeísta, un catolicismo integrista y el autoritarismo que Kaczynski había desplegado ya en el Gobierno entre el 2005 y el 2007. Con Duda como presidente ahora y Kaczynski como jefe de Gobierno en las legislativas de otoño, los nacionalistas buscan regresar al poder atrincherados en la denuncia de un gobierno liberal supuestamente nefasto que habría arruinado el país y culpable del supuesto atentado aéreo contra el presidente Lech Kaczynski hace 5 años, así como en la defensa de la ilegalidad del aborto, rechazo de uniones homosexuales y una condena hasta con penas de cárcel de la fecundación in vitro.
La clave está en ver adónde va el voto de los indignados, que en la primera vuelta supuso el 20% del electorado