Escenario abierto
Todo puede pasar, y a las pruebas de las elecciones en Gran Bretaña me remito, donde los taumaturgos aseguraban que cambiaba el paradigma político con el final del bipartidismo, y Cameron sacó mayoría absoluta.
Las sorpresas, pues, pueden ser de doble dirección: o porque todo cambia, o porque, a pesar del ruido, nada cambia. Pero pase lo que pase, es evidente que el escenario político se ha revuelto y que algunas novedades han llegado para quedarse. Es decir, incluso si el mapa se mueve poco, se habrá movido lo suficiente para que nada sea igual, sobre todo porque es en Barcelona donde puede haber los titulares más sonoros. Lo cual no significa que el panorama sea mejor, dado que no siempre las novedades traen buenas nuevas...
En cualquier caso, tres datos serán relevantes: la fortaleza del tándem CiU-ERC, en su paso previo a las plebiscitarias del 27-S; la fuerza del soberanismo en la capital de Catalunya, y la fuerza de los dos polos nuevos contrarios al soberanismo, Ciudadanos y los de Colau. Tampoco será menor el dato de PP y PSC, en este caso para valorar la profundidad de la caída. Sea como sea, viejos o nuevos partidos, todos tienen el suelo movido y están viviendo mutaciones importantes, de manera que las elecciones pueden aferrar el paso o cambiarlo. Y lo que se derive del resultado electoral, marcará a fuego los tiempos que tienen que venir, especialmente las pautas del proceso catalán, que no será ajeno a los cambios. La cuestión es si, además de revuelto, será gobernable.
No significa que el panorama sea mejor; no siempre las novedades traen buenas nuevas