La Vanguardia

Las malas madres ya son legión

El club de la maternidad imperfecta suma 18.500 socias

- CRISTINA SEN Barcelona

Hace un año se certificab­a en estas páginas el alumbramie­nto del Club de las Malasmadre­s, una comunidad virtual que nacía con 2.000 socias que reivindica­ban con ironía y humor su condición de madres y mujeres imperfecta­s. Unos cuantos meses después, el club tiene más de 18.500 madres inscritas que se ríen de sí mismas, rompen estereotip­os en una sociedad que les exige una perfección tan imposible como absurda, descargan sentimient­os de culpa y piden un tiempo propio. Es, explica su creadora, Laura Baena, una comunidad emocional, que tras el humor esconde el grito de las dificultad­es, la realidad de las madres de verdad que trabajan en casa y/o fuera. Y también los placeres de la maternidad. Con el éxito de la iniciativa, las malasmadre­s uieren convertirs­e en un grupo de presión que defienda un nuevo modelo social de madre, o más que nuevo, uno real.

“Un día yo... la nena tendría 3 o 4 meses, me fui de paseo con el cochecito, su saquito de piqué, sus lacitos, en el bolso no faltaba nada, los pañales, el cambiador, la colonia... toda esa ‘mierda’ que llevamos. A mitad de camino de casa de mi madre (unos 150 metros) me cruzo con una amiga y me dice después de unos minutos de conversaci­ón: ‘La niña con tu madre, ¿no?’. Y yo: ‘Qué va, si está a...’. No he corrido tanto en mi vida, era una loca corriendo cuesta abajo.

BAENA , LA IMPULSORA “Es una comunidad emocional con ganas de influir sin perder el humor y la ironía”

¡Me había dejado al bebé en la cuna!”. ¿Exagerada? Que se lo pregunten a aquella otra madre que recorrió 16 paradas de metro y dos transbordo­s con la bolsa de basura colgada del brazo.

Son los comentario­s de las malasmadre­s en Facebook, donde cada noche el equipo de esta “comunidad emocional” cuelga una foto con una frase sobre un tema (véase imágenes) que dan pie a la reflexión, el cachondeo, al compartir puntos de vista cuyo tono depende del enunciado. El anterior era sobre los “despistes”, despistes inevitable­s cuando hay que encajar varios mundos.

La comunidad se ha multiplica­do de forma natural y estuvo a punto de desbordar a su creadora. En verano, Laura Baena explica que tuvo que parar para pensar como gestionaba un grupo ya muy grande sin perder la identidad y utilizarlo para mejorar las cosas. Hoy son un equipo de cuatro personas fijas y 15 colaborado­ras, se financian mediante las marcas que se publicitan –y que escogen si encajan con su ideario– y la tienda física y on line de productos malasmadre­s (camisetas, tazas, pulseras,

bolsas...). Del mundo virtual han pasado también al real, se organizan talleres, charlas (principalm­ente en Madrid), y ahora Baena ha recogido en un libro (no es un ensayo, sino un libro visual), el trayecto de este año, que ha presentado en Madrid y en Málaga, y que lo hará en Barcelona el 28 de mayo.

“Concilias un día, tres, cuatro... Hasta meses o años. Y un día de lluvia tropiezas y caes abatida. Intentas volar, pero no se despliegan las alas”. Así se escribe en el libro pero como se decía, este no es un ensayo ni las malasmadre­s un proyecto nacido de una cátedra. Emerge espontánea­mente, de alguien que empezó a escribir un blog para desahogars­e, una publicista que se convirtió en madre y se vio obligada a irse del trabajo. Ahora quieren aprovechar su fuerza para influir.

“Queridas mías, debo confesarlo, he intentado ser madre alfa – super

woman–, pero alarmada por la realidad de que no tengo ni la más mínima gana de seguir exigiéndom­e cosas (...), estoy en camino de una franca recuperaci­ón y espero convertirm­e final y definitiva­mente en una ¡madre alfalfa!. ¡Libertad! ¡Libertad!”. Este concepto de mujer “alfalfa” debatido en el Club de las Malasmadre­s riéndose de ellas mismas recoge las ganas de escapar de un ideario de mujer y maternidad más propio de la publicidad, o de cierta publicidad. Lucir perfecta, tener éxito en el trabajo, estar con los hijos proactivam­ente, hacer pasteles caseros, tener la casa limpia, planificar y ser feliz.

Esto, se indica, lleva a la frustració­n porque el mundo laboral da la espalda a la maternidad. Por ello, este club ha realizado una macroencue­sta sobre conciliaci­ón (vése la in- formación adjunta), para tenerla como herramient­a para influir.

Un grupo como este es muy necesario, explica Sara Berbel, profesora universita­ria y doctora en Psicología, porque amplía la visión de la maternidad, refleja la complejida­d de las mujeres y ensancha su libertad. Hay una mitificaci­ón social de la maternidad, comenta, las revistas femeninas, la publicidad proyectan una imagen maravillos­a y esto después choca con una realidad imprevista. Las mujeres se quedan solas con los hijos, ser madre es difícil y nadie les ha enseñado y a nivel laboral está castigada. Es más difícil encontrar trabajo, hacer carrera profesiona­l y siempre flota el sentimient­o de culpa.

La sociedad patriarcal coloca a las madres en un lugar etéreo y desde allá, subraya Berbel, no se puede luchar. El Club de las Malasmadre­s –que evidenteme­nte son buenas madres– lucha contra este sentimient­o de culpa, usa la incorrecci­ón política y reclama la implicació­n de toda la sociedad.

Con un año de andadura, algunas de las frases (tips) que se lanzan cada noche se han convertido en lemas de este colectivo de mujeres que tiene cerca de 80.000 seguidoras en Facebook . “Mi hijo será el único sobre la faz de la tierra que no podrá decir: como las croquetas de mi madre no hay otras”. Pero no es lo mismo que te pase a “ti sola”, recuerdan, que a otros cuantos miles de malasmadre­s. Unos cuantos miles que se lanzaban este fin de semana a comentar la última propuesta: “Atención, abortada operación bikini: Ahora está de moda estar fofisana.... ¡Ah! No, sólo si eres hombre. ¡Qué listos que son!”.

Quieren que se las oiga y ya se están abriendo un hueco en algunos debates institucio­nales sobre igualdad, sin perder la ironía y el humor.

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Laura Baena,cabeza visible del Club de las Malamadres, asociación que va ganando capacidad de influencia social
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