Chicas de armas tomar
CBS prepara una serie sobre Supergirl mientras el papel de heroína busca nuevas expresiones
El primer tráiler de Supergirl, la serie que prepara la CBS, protagonizada por Melissa Benoist, pone de nuevo sobre la mesa dos cuestiones controvertidas de la cultura pop contemporánea: qué papel desempeñan las mujeres en el viril universo de los superhéroes y en qué medida una superheroína puede tener éxito por sí misma. No son asuntos sencillos, y también ha contribuido a alimentarlos el inesperado protagonismo de Imperator Furiosa (Charlize Theron), en la muy aplaudida Mad Max, furia en la carretera, que convierte al Max (Tom Hardy) del título en un mero comparsa-notario.
Supergirl —recordemos, prima carnal de Superman— ya había conocido una desafortunada adaptación al cine en 1984, en un momento, explica Yago García, crítico de cine y especialista en cómic, en que la propia serie de películas de Superman padecía una lamentable decadencia. Mediada la década de los ochenta, en pleno reaganismo, se vivía una intensa nostalgia política de la América de los 50, una arcadia reinventada por los sectores más conservadores del país y que ocultaba que los felices 50 fueron los años del oscuro macarthismo que, en lo que a superhéroes se refiere, supuso el nacimiento de la muy reaccionaria Comics Code Authority. Se trataba de un comité censor que zanjó los esfuerzos, explica García, que el cómic había hecho por incorporar a la cultura juvenil aquellas mujeres emancipadas que habían aparecido en la screwball comedy y de las que Lois Lane, la novia de Superman, era legítima e hiperactiva heredera.
Algún nexo con todo aquello parece haber buscado CBS en su nueva propuesta, pues en palabras del también crítico Noel Ceballos, “viendo el tráiler de la serie, parece que el verdadero referente de Supergirl es El diablo viste de Prada”. Es cierto que cada vez son más las superheroínas que aparecen en productos audiovisuales —en el cómic hace mucho ya que la emancipación sexual y social de la mujer es completa—, pero también es verdad que casi siempre están subordinadas a una pandilla —X-Men, Los Vengadores— en la que el discurso que prima sigue marcado por el liderazgo de la testosterona. Hasta el punto, cuenta Ceballos, de que llegó a cuajar el lugar común en Hollywood de que las encapuchadas sólo podían funcionar como secun--
darias. Al aún reciente fracaso de Sucker Punch, de Zack Snyder, sólo cabe contraponer el éxito del pasado verano de Lucy, de Luc Besson, con Scarlett Johansson en el papel protagonista de una peculiar heroína superpoderosa. Johansson es una pieza capital de esta refundación de las heroínas, pues estos mismos días está en cartel con Los Vengadores: la era de Ultron, de Joss Whedon, en la que interpreta a Viuda Negra, personaje ya consolidado en el universo Avengers, y está a punto de protagonizar la adaptación al cine de acción real de un personaje troncal del universo de paladines femeninos, la mayor Kusanagi, aguerrida protagonista del manga Ghost in the Shell, cuyo primer
largo, dirigido por Mamoru Oshii en 1995, condicionó la evolución temática y artística posterior de todo el cine de ciencia ficción y superhéroes. Verbigracia, Matrix.
Lo que nos lleva al otro asunto medular: la creación de formatos propios de titanes femeninos que no sean una mera traslación de la hipervirilidad de sus compañeros de mallas. Lo relevante, subraya Yago García, es que quizá los modelos de superheroína más influyentes de las últimas tres décadas no nacieron como tales y no procedían de un cómic: la teniente Ellen Ripley (Sigourney Weaver) y Sarah Connor (Linda Hamilton), ambas consolidadas como superheroínas en sendas películas de James Cameron: Aliens, el regreso y Terminator 2. En ambos casos, en los respectivos inicios de estas series, Ripley y Connor no son más que mujeres comunes que sobreviven a una tesitura brutal, pero será en las secuelas donde ambas alcancen el valor icónico de guerreras. Un valor del que hoy es versión actualizada la Imperator Furiosa de Mad Max. La novedad de la camionera interpretada por Charlize Theron —ojo a la ironía del director George Miller: camionera es un término peyorativo empleado para subrayar la ausencia de atributos femeninos de una mujer e insinuar su condición lésbica—, como destaca Ceballos, es que, habitualmente, “veíamos personajes femeninos fuertes que sólo se definían por ese rasgo”, caso obvio, el de Sarah Connor, “mientras que Imperator Furiosa es la que más ternura muestra de todas ellas”. Lo que, en cierta medida, la acerca a otra creación icónica, sublimación de la determinación y también las flaquezas de una superheroína moralmente ambigua: Catwoman, en la versión creada por Tim Burton e interpretada por Michelle Pfeiffer para Batman vuelve.
Y metidos en el turbulento y sórdido universo del héroe de Gotham, una creación de Paul Dini y Bruce W. Timm para Batman: The animated series, de 1992: Harleen Frances Quinzel, Harley Quinn, la psicopáticamente enamorada del Joker, pronto tomará carne real en Suicide Squad, con el rostro de Margot Robbie. Si todo va bien, junto a la mayor Kusanagi e Imperator Furiosa podría consolidar una novísima trinidad de heroínas para el siglo que principia.