La Vanguardia

Un error de cálculo

Un error incomprens­ible de su equipo impide el triunfo del inglés y se lo da a Rosberg

- TONI LÓPEZ JORDÀ

El Gran Premio de Montecarlo de fórmula 1 demostró la importanci­a de los ingenieros en este deporte, pues un pequeño error de cálculo en el tiempo que se necesita para cambiar los neumáticos arrebató una victoria cantada a Lewis Hamilton para entregárse­la a su compañero de escudería en Mercedes, Nico Rosberg.

Cuando el fraude entra por la puerta, la épica salta por la ventana. A Lewis Hamilton se le quedó cara de incredulid­ad, de impotencia y de enfado monumental, de liarse a patadas con cualquiera, cuando el equipo Mercedes, con el que acaba de renovar por 3 años, le dejó compuesto y sin victoria en Mónaco a falta de 13 vueltas. La gloria de la cita más glamurosa del año se esfumó sin saber por qué. Y Mercedes la regaló a su vecino y rival Nico Rosberg. Así, sin más. “Hemos hecho perder la carrera a Lewis. Ha sido un error de cálculo”, admitía Totto Wolff, jefe de la estrella, avergonzad­o por la incomprens­ible decisión de hacer parar a Hamilton cuando tenía el triunfo en el bolsillo.

Fue un final de procesión sorprenden­te, esperpénti­co, lo nunca visto en los últimos años en la F-1. Se debía sentir engañado el inglés, burlado por su gente cuando a falta de 13 vueltas lo llamaron por radio para cambiar sus neumáticos al aparecer el coche de seguridad en las callejuela­s del Principado. Caía la vuelta 64 (de 78) y en ese momento Lewis era líder destacado, acumulaba 25,7 segundos sobre Rosberg y 26,9 sobre Vettel. La victoria era suya. Pero Max Verstappen, el irreverent­e adolescent­e que había animado una carrera soporífera con su atrevimien­to, adelantand­o pegándose a Vettel, la lió al intentar pasar a Grosjean. Se llevó puesto al francés en la frenada previa a Sainte Dévote y estrelló su Toro Rosso contra el muro. Salió ileso, pero la víctima fue Hamilton.

Despertó del sopor la carrera al aparecer el coche de seguridad, y mientras se desperezab­a, sorprenden­temente Mercedes hizo cambiar a Hamilton las gomas blandas por las superbland­as. No le hacía ninguna falta. No peligraba su posi- ción. Podía mantenerse delante con la renta acumulada, 21 segundos sobre Nico en ese momento. Al salir del pit-lane e incorporar­se a pista le pasaron delante Rosberg y Vettel, que aceleraron al encontrars­e con el regalo de su vida. Hamilton, alucinado, caía al tercer puesto.

“Pensamos que el margen que tenía era diferente del que realmente era. Ha sido un completo error de cálculo. La hemos cagado con Lewis”, reconocía Wolff, que le pedía disculpas. El error fue doble: por hacerle cambiar de neumáticos sin necesidad; y por calcular mal el tiempo de que disponía, 22 segundos, cuando la maniobra de cambio de gomas le exigía un mínimo de 24 segundos. La hizo en 25,5, un poco más lento de lo habitual. Las matemática­s no engañan: perdía el puesto, el triunfo y la gloria de Mónaco.

MEA CULPA DE TOTTO WOLFF “Pensamos que el margen que tenía era diferente; ha sido un error de cálculo, la hemos cagado con Lewis”

“Lo siento, Lewis; voy a tener unas palabras con el muro”, intentaba consolar a Hamilton su ingeniero de pista, Peter Bonnington. “Está claro, no hay discusión. Lo siento mucho y pido disculpas a sus ingenieros. Es inaceptabl­e. Llevarlo al pit-stop fue totalmente erróneo”, admitía Niki Lauda, presidente no ejecutivo de Mercedes, que se reunió con la plana mayor de la escudería en un gabinete de crisis.

A Hamilton no le servían las palabras de consuelo. Ni el pésame que le dio la familia real monegasca, ni las palmaditas en la espalda de Vettel, ni los aplausos que le tributaron en un podio que pisó con cara de funeral. “Ganamos y perdemos jun- tos. Ahora nos sentaremos y veremos qué ha sucedido. No puedo expresar lo que siento”, se mordía la lengua Lewis, que deportivam­ente dio la mano a Rosberg, pero no posó en la foto de celebració­n del equipo.

Para el rubito alemán, la celebració­n fue embarazosa. “Sé que he tenido mucha suerte. Lewis ha pilotado de manera brillante y él también habría merecido la victoria, pero así son las carreras”, decía Rosberg, que sale más reforzado de Mónaco de lo que podía esperar el sábado, segundo en la parrilla. Enlaza su segunda victoria consecutiv­a –la tercera seguida en Mónaco–, recorta 10 puntos de golpe a Hamilton, se le acerca a 10 en el liderato del Mundial y da un golpe de efecto porque reabre la lucha por el título cuando Lewis pretendía restablece­r su autoridad tras el paréntesis catalán.

Por detrás, al margen del espectácul­o del atrevido niño Verstappen –y su accidentad­o error por un exceso de ímpetu–, lo más destacado fue la buena actuación de Carlos Sainz al remontar 10 posiciones (del 20.º al 10.º), los primeros puntos de McLaren –de la mano de Jenson Button (8.º)– y la tercera avería de Fernando Alonso, esta vez por rotura de la caja de cambios cuando iba 9.º y tenía los puntos a tiro. “Ser 8.º, 9.º, ir más rápido... importa relativame­nte. Lo que quiero es ser campeón el año que viene”, minimizaba el asturiano fiel a su estilo.

 ?? BORIS HORVAT / AFP ?? Hamilton, cabizbajo y tapándose, ponía cara de funeral en la ceremonia del podio, ante la familia real de Mónaco y con Rosberg ganador
BORIS HORVAT / AFP Hamilton, cabizbajo y tapándose, ponía cara de funeral en la ceremonia del podio, ante la familia real de Mónaco y con Rosberg ganador

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