La Vanguardia

Nuevo impuesto al coche

2 Un 20% de la energía debe ser renovable en las instalacio­nes de residuos o agua

- ANTONIO CERRILLO

A la espera de una solución para el cambio climático, la administra­ción catalana ha decidido aprovechar la situación para aplicar un impuesto más a los vehículos, que esta vez irá en función de sus emisiones de dióxido de carbono.

Catalunya ha activado la maquinaria administra­tiva para introducir un nuevo impuesto para los vehículos, que se fijaría en función de las emisiones de CO generadas. Así lo recoge el anteproyec­to de ley de Cambio Climático que el Gobierno catalán somete hoy a informació­n pública en el Diari Oficial de la Generalita­t. El texto deberá ser luego aprobado por el Govern y sometido al trámite parlamenta­rio.

El documento plantea instaurar un nuevo tributo propio de la Administra­ción autonómica para penalizar las emisiones de CO , el principal gas de efecto invernader­o. El impuesto se aplicará tanto a turismos como a vehículos comerciale­s de transporte de mercancías hasta 3,5 toneladas.

El plan es aplicarlo a turismos que emitan más de 120 gramos de CO por kilómetro recorrido y vehículos comerciale­s que arrojen más de 140 g/km. Así, se gravará a los que generen más gases que calientan la atmósfera (muchas veces los vehículos más viejos, aunque no siempre). Y cuantos más gases arrojen, más deberían pagar. También se ha previsto cuatro tramos de aplicación progresiva (vehículos de entre 120 gramos de CO por km recorrido y 140 g/km, de 140 a 160 g/km, de 160 g/km a 199 g/km y más de 199 g/km).

Estarían exentos del tributo los vehículos oficiales, ambulancia­s, coches de discapacit­ados o los que estén propulsado­s por biodiésel, biogás o metanol.

La aplicación del impuesto se llevaría a cabo de forma paulatina, y su introducci­ón se iniciaría el 1 de enero de 2018. No obstante, todas las previsione­s están condiciona­das al debate parlamenta­rio y la aprobación previa. La intención es que el proyecto de ley obtenga la luz verde del Govern en esta legislatur­a, para que pueda ser aprobada definitiva­mente el año próximo, según fuentes de la dirección general de Polítiques Ambientals. En sus dos programas de gobierno anteriores, CiU había prometido sacar adelante esta ley.

En el texto actual, sin embargo, se han suavizado las pretension­es sobre fiscalidad ambiental, pues se ha renunciado a establecer gravámenes a los electrodom­ésticos menos eficientes y por los neumáticos, tras las resistenci­as del Departamen­t d’Economia. Tales impuestos se descartaro­n porque podrían perjudicar a sectores desfavorec­idos y porque la cantidad por recau- dar era despreciab­le. Por el impuesto sobre el CO , se espera obtener 47 millones de euros en el 2018

Además, el anteproyec­to de ley plantea como objetivo que Catalunya logre en el 2020 una reducción de emisiones de gases invernader­o del 25% respecto al 2005. No obstante, a largo plazo, la finalidad sería recortar estas emisiones hasta un 80% para el año 2050 respecto al mismo año base, en línea con las metas que se están apuntando en las conferenci­as internacio­nales para mitigar el calentamie­nto. También exige que todas las instalacio­nes públicas de gestión de residuos, de saneamient­o, de aguas residuales urbanas o de potabiliza­ción del agua bajo com- petencia autonómica han de incorporar un porcentaje de energía de origen renovable del 20% para el año 2020. Igualmente, el Executiu deberá elaborar periódicam­ente un plan de ahorro y eficiencia energética.

Uno de los instrument­os clave para aplicar estas políticas será el Fons Climàtic, que debería nutrirse de los ingresos que provienen del Estado por la subasta de los derechos de emisión de gases invernader­o que pagan las industrias (414,644 millones de euros en el 2013), entre otras fuentes. Sin embargo, el Gobierno central se ha venido negando a territoria­lizar estos recursos, pese a que gran parte de las acciones para combatir el calentamie­nto están en manos de las comunidade­s autónomas.

El anteproyec­to establece orien- taciones generales para afrontar el cambio climático en los diversos ámbitos de gestión (agua, biodiversi­dad, energía, turismo, agricultur­a…). Así pide que los responsabl­es del transporte público de viajeros informen a los usuarios de la cantidad de gases invernader­o emitidos en la prestación de servicio; se invita a los ayuntamien­tos a introducir la fiscalidad, y se dan pasos para eliminar subvencion­es a los combustibl­es fósiles. Los gestores de puertos, aeropuerto­s o otros equipamien­tos que quieran acogerse a ayudas o bonificaci­ones en sus proyectos han de cumplir determinad­os requisitos, como analizar su vulnerabil­idad frente al cambio climático o justificar cómo van a reducir sus gases.

Para garantizar el acceso a recursos básicos, la Generalita­t deberá asegurar un suministro mínimo vital de energía eléctrica, de combustibl­es no carburante­s y de agua, y también, con este fin, diseñar tarifas sociales con precios reducidos o gratuitos para estos servicios vitales.

El anteproyec­to de ley de Cambio Climático exige un ‘mínimo vital’ de luz o agua a precio reducido o gratis

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LLIBERT TEIXIDÓ / ARCHIVO El parque de turismos en Catalunya es de 3,3 millones y su antigüedad, de unos diez años

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