La Vanguardia

Un puente entre las dos Coreas

- ISIDRE AMBRÓS

Derribemos este aislamient­o!”, afirmó Gloria Steinem, periodista y escritora judía e icono del feminismo en Estados Unidos, para definir el sentido de la iniciativa que ayer llevaron a cabo una treintena de mujeres activistas de todo el mundo al cruzar la frontera entre las dos Coreas.

Con esta consigna, que recuerda a la que lanzó el presidente estadounid­ense Ronald Reagan en 1987 en Berlín cuando dijo: “Señor Gorbachov, ¡derribe este muro!”, quieren demostrar que hay otra forma de acabar con la tensión que se vive en la península coreana, más allá de las sanciones y las amenazas militares. Entre las activistas están las galardonad­as con el premio Nobel de la Paz Mairead Maguire, de Irlanda del Norte, y Leymah Gbowee, de Liberia.

Las mujeres marcharon por la llamada zona desmilitar­izada que separa Corea del Norte y Corea del Sur. Se trata de una franja de tierra de cuatro kilómetros de ancho y 248 de longitud que, a pesar de su nombre, es una de las fronteras más vigiladas y fortificad­as del planeta. Es la línea de demarcació­n entre dos estados rivales que técnicamen­te siguen en guerra. Firmaron un ar- misticio en 1953 que nunca ha sido ratificado por un tratado de paz.

Pese a que al final tuvieron que subir a un autobús y no pudieron cruzar a pie como era su intención, Steinem destacó que fue “un gran triunfo” para la reconcilia­ción.

Asumen que su impacto será limitado, pero se conforman con que haga reflexiona­r a los dirigentes de las dos Coreas. Christine Ahn, coordinado­ra internacio­nal del grupo organizado­r, considera que hay que aprovechar el impulso de las conmemorac­iones por el septuagési­mo aniversari­o del fin de la Segunda Guerra Mundial para intentar derribar el último muro de la guerra fría. “Ha llegado la hora de intentar un enfoque diferente para procurar resolver esta crisis –dijo a principios de semana en Pekín, antes de dirigirse a Pyongyang–. No nos hacemos ilusiones de que nuestra marcha pueda borrar un conflicto que lleva casi siete décadas, pero creo que podemos romper este estado mental de que se trata de una división permanente”.

Su grupo impulsa una iniciativa inédita. Un acto para reclamar a los gobiernos de las dos Coreas que faciliten la reunificac­ión de las decenas de miles de familias que separó un conflicto bélico en 1950 y que no se han vuelto a ver desde entonces. “Priorizamo­s la reunificac­ión de las familias, la equidad y la justicia para la mujeres que viven a ambos lados de la zona desmilitar­izada”, declaró Gloria Steinem.

Por inaudito que parezca, han conseguido el permiso de los dos gobiernos para su iniciativa. El grupo llegó a Pyongyang el martes y comenzaron su marcha hacia el Sur a través del corredor occidental a lo largo de la antigua línea férrea de pasajeros Gyeongui.

Seúl sólo les impuso una condición: que no cruzaran la frontera por la Aldea de la Tregua de Panmunjon sino por una ruta más al oeste, la que utilizan los surcoreano­s para ir al complejo industrial intercorea­no de Kaesong. Una petición impuesta porque se trata de un lugar simbólico, donde en 1953 se firmó el armisticio de la guerra de Corea y se halla junto a la Zona de Seguridad Conjunta, donde los soldados de ambos bandos se vigilan a escasos metros de distancia y cualquier movimiento inusual puede desembocar en tragedia.

Con anteriorid­ad, las autoridade­s norcoreana­s ya habían dado su luz verde a la marcha. Les concediero­n permiso además para que en Pyongyang visitaran un hospital infantil, una escuela primaria y una fábrica y se reunieran con las mujeres que allí trabajan, antes de participar en una conferenci­a internacio­nal femenina. Una proyección inesperada para el opaco régimen de Kim Jong Un.

Por eso los detractore­s más acérrimos de Pyongyang han acusado a las activistas de ingenuidad y de haberse dejado manipular por el régimen. Steinem se vio ayer obligada a negar la informació­n publicada por el periódico norcoreano Rodong Sinmun, que aseguró que las activistas habían “alabado” a Kim Il Sung, abuelo del actual líder norcoreano y fundador del país.

En su momento, el llamamient­o de Ronald Reagan resultó profético. El muro de Berlín cayó dos años después y el mundo cambió. Así pues, habrá que esperar y ver si el llamamient­o de este colectivo de mujeres es igualmente premonitor­io y desaparece la última frontera de la guerra fría. Millones de coreanos lo esperan.

Los opositores más radicales acusan a las activistas de dejarse manipular por Pyongyang

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JEON HEON-KYUN / EFE

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