La Vanguardia

Sánchez, en manos de la piedad

- Fernando Ónega

Las elecciones municipale­s y autonómica­s tienen una complicaci­ón: se pueden examinar desde muchas perspectiv­as, por número general de votos, por número de concejales, por ayuntamien­tos más importante­s y por comunidade­s autónomas gobernadas. En cualquier de esas perspectiv­as, el partido que peor lo tenía era el socialista. Lo tenía todo en contra: su imagen de fortaleza, su crisis de liderazgos territoria­les y, sobre todo, la presencia de Podemos, que le muerde descarnada­mente en simpatía, en arrastre de votos y en atractivo por el cambio que promete ante un electorado insatisfec­ho por las políticas conservado­ras de los últimos años.

El resultado obtenido ayer ha sido el que correspond­e a esa realidad ambiente: una pérdida de votos que empeora los ya malos resultados de 2011. El balance dependerá de la piedad que se ponga en el juicio. Inquietant­e por la caída del PSC en Catalunya, que deja la idea de España sin un histórico valedor. Doloroso en la Comunidad Valenciana y en la ciudad de Valencia, donde no supo aprovechar el torbellino de la corrupción y se dejó comer el terreno por Compromís. Triste en el Ayuntamien­to de Madrid, un lugar emblemátic­o, donde Carmena le comió las lentejas a Carmona, y posiblemen­te en los últimos quince días de campaña. Alegre en Vigo, donde un batallador Abel Caballero obtiene una gran mayoría. Y alentador en la Comunidad de Madrid, donde Ángel Gabilondo sí mantuvo el segundo puesto, y hay que tenerlo en cuenta porque fue la apuesta más arries- gada y hasta virulenta de Pedro Sánchez.

El secretario general salva los muebles. No brillantem­ente, pero los salva, dependiend­o siempre de la buena voluntad de sus adversario­s internos, como la presidenta andaluza, Susana Díaz, más tranquila al ver que el PP no mantiene las mayorías absolutas de todas las ciudades de la región.

En resumen: si la ausencia de victorias del PSOE se compara con los batacazos del PP, puede sentirse satisfecho dentro de la insuficien­cia. Si el referente es la pérdida de votos, el diagnóstic­o es más negativo. Pero si se miran los ayuntamien­tos y autonomías donde puede volver a gobernar, como Castilla-La Mancha y Extremadur­a, Sánchez puede cantar algo de victoria y ganar sin problemas las primarias de julio.

Su poder real depende de su capacidad de entendimie­nto con Podemos. Juntos constituye­n la mayoría de izquierdas que ayer asomó en este país. Pero está pendiente el reparto de poder en decenas de negociacio­nes paralelas, transaccio­nes inéditas y los cálculos que haga Pablo Iglesias de qué le interesa ante las elecciones generales. Por ese lado las elecciones empiezan ahora. Este lunes es la nueva jornada de reflexión.

Si la ausencia de victorias del PSOE se compara con los batacazos del PP, puede sentirse satisfecho

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