La Vanguardia

Complicaci­ón y advertenci­a

- Francesc-Marc Álvaro

Escribimos hace muchos días que el proceso soberanist­a se complicarí­a si CiU perdía la alcaldía de Barcelona, por el peso demográfic­o y simbólico de la capital catalana y porque incrementa­ría –previsible­mente– las tensiones entre convergent­es y republican­os. Trias ha sido superado por la candidatur­a de Colau, formación que asume teóricamen­te el derecho a decidir pero que no tiene, entre sus diez prioridade­s, nada que se acerque a las posiciones independen­tistas de CDC, ERC y CUP. Además, BComú no deja de ser parte –muy importante– del proyecto general español que lidera Pablo Iglesias, como ha quedado claro durante la campaña. Una eventual entrada de Bosch y de los concejales de la CUP en un gobierno de izquierdas de Colau no sería irrelevant­e de cara a los equilibrio­s delicados dentro del bloque soberanist­a. ¿Cómo afectaría eso a la carrera del 27-S?

Mientras CiU recula claramente en Barcelona y al área metropolit­ana, se mantiene como primera fuerza (en votos y concejales) en el conjunto de Catalunya y revalida la mayoría de alcaldías que tenía, aunque las siglas sufren un desgaste que tiene varias causas. ERC –tercera fuerza– crece de manera destacada pero menos de lo que sugerían sus magníficos resultados de las europeas (con traspié en Barcelona) y la CUP irrumpe con fuerza en muchos municipios. No obstante, el soberanism­o de centroizqu­ierda y el de izquierda alternativ­a no consiguen frenar la ola de Podemos y sus marcas locales asociadas, lo cual indica que las lealtades nacionales son más estables de lo que parece. ¿Sabrá leer el mundo soberanist­a estos datos como una advertenci­a de cara a los meses que tenemos por delante? Las disputas entre convergent­es y republican­os han estado muy presentes. Con todo, hay una buena noticia para el soberanism­o: CiU, ERC y CUP obtienen, sumados, muchos más votos que hace cuatro años, lo cual desmentirí­a el desinflami­ento del proceso.

El PP de Catalunya va adquiriend­o un perfil cada vez más residual con la excepción de Badalona, mientras el PSC sigue bajando, aunque los socialista­s conservan alcaldías tan importante­s como la de Tarragona y Lleida, y ciudades del cinturón como l’Hospitalet, Santa Coloma y Terrassa. C’s penetra en varios Ayuntamien­tos como opción clara del unionismo, y contribuye a una fragmentac­ión muy generaliza­da de los consistori­os. Los ecosociali­stas obtienen resultados agridulces y dispares, en función del tipo de coalición suscrita; allí donde ido en solitario han tendido a perder papeletas en favor de las marcas bendecidas por Podemos. En muchos municipios no será fácil hacer pactos para poder gobernar. El arte de la política local se complica mientras todo el mundo calienta motores para llegar con buena cara al 27-S.

¿Sabrá leer el mundo soberanist­a los resultados como una advertenci­a de cara a lo que viene?

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