La Vanguardia

El PP se despide en Castilla y León de la hegemonía autonómica más añeja

- Santiago de Compostela ANXO LUGILDE

Ni la inmensa anchura electoral de las provincias castellano-leonesas le permitió ayer al PP retener su más añeja mayoría absoluta, la que obtuvo en 1991 tras el inicio en 1987 del largo ciclo de gobiernos populares que inició José María Aznar. El último de sus herederos, Juan Vicente Herrera, tras casi tres lustros en el poder no podía anoche conservar la mitad más uno de los escaños pese a las ventajas que para los populares ofrece la división de la comunidad en nueve circunscri­pciones provincial­es, de ma- nera que depende de Ciudadanos que entra con cinco escaños.

Mariano Rajoy convenció a Herrera para que optase a la reelección, pese a sus reiterados anuncios de retirada, con la idea de que era él valor seguro que podría asegurar la mayoría absoluta en esta autonomía que sobre todo es vital en las generales, donde opera como el gran granero del PP, como la gran máquina de la desproporc­ión del sistema electoral para el Congreso.

En el Parlamento regional la legislació­n también beneficia mucho a los populares que se quedaban a un escaño de la mayoría absoluta, pese a no llegar al 38% de los sufragios, con una caída de más de doce puntos en relación con el resultado de las elecciones del 2011.

La distorsión del sistema en esta comunidad con nueve circunscri­pciones electorale­s, una más que la mucho más poblada Andalucía, genera un escenario favorable para que los po-

pulares puedan gobernar en minoría, ya que la alternativ­a tendría que ser a cuatro o cinco bandas, con el PSOE, Podemos, Ciudadanos y también los partidos pequeños, Unión del Pueblo Leonés o Izquierda Unida.

Con unos cinco puntos menos en porcentaje de voto y cuatro escaños menos, el PSOE encabezado por el joven Tudanca mantie- ne la segunda plaza, con Podemos de tercero, por delante de un Ciudadanos que, sin embargo, tendría la posibilida­d de actuar como bisagra, aunque limitada por esa dificultad de construir una alternativ­a a un PP que sufrió también un varapalo municipal al perder sus mayoría absolutas en las capitales de provincia.

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