Buen punto de partida
La industria del cine ha tardado tres años en llegar a un acuerdo con las autoridades del Ministerio de Cultura. Bien está lo que bien termina pero podríamos haberlo hecho un poco más corto. El parto ha sido tan descomunal que hemos ido a redoblar las campanas mediáticas, olvidando que “también esto pasará”.
Tenemos un buen punto de partida para el año 2016, con un nuevo modelo en la financiación del cine que se asienta en la modificación del sistema de las ayudas. A partir de ahora, la financiación acompañará el proceso de producción, con ayudas a priori. Pero aún queda mucho trabajo por hacer, ahora hay que definir los criterios concretos por los que se establecerá esta la concesión.
También hemos conseguido que la industria no vaya a la quiebra porque a los cinco millones que se adeudaban del año pasado, había que sumarle diez de este año y eso sí que son deudas que no se podían soportar. Espero que con estas nuevas, los bancos perciban que el Estado cree en el cine y que en la medida de que sus maltrechas cuentas lo permitan, nos respaldará. En otras palabras, que los bancarios vuelvan a trabajar con nosotros. como la industria lo ha hecho con la Administración, codo a codo y en casi perfecta sintonía.
Además, hay otras cuestiones pendientes con la Administración, como el aumento de los incentivos fiscales para igualarnos con otras cinematografías, ya que contamos con uno de los más bajos. Pero aquí también hemos avanzado. El Ministerio de Hacienda ha fijado su permanencia y aclarado algunos puntos.
Ahora existe un marco claro para que los productores y la industria cinematográfica, sepa hacia dónde tiene que ir. Creemos que el buen momento que atraviesa el cine español, que ha conseguido contactar con su público (en el año 2014 alcanzó la cuota de mercado más alta de su historia, con un 25,5%), unido a un sistema sostenible, conseguirá que desarrollemos de forma segura el talento existente.
Es cierto que el cine ha tenido mala fama. A veces, merecida, otras no. Muchos ciudadanos y, proporcionalmente más periodistas y comunicadores, creen que somos unos asaltacajas. ¿Por qué si por cada euro que nos da el Estado le devolvemos tres sin contar los cientos de contratos laborales que hacemos en cada producción? ¿Cómo se puede decir esa falacia si la ayuda pública no sobrepasa el 30% del presupuesto de un largometraje?
En el cine, como en la vida, todo pasa. También esto. Y ahora mi pregunta es que si lo sabemos, ¿por qué hemos permitido estos tres años de dudas, angustias y no adoptamos una continuidad en las relaciones entre industria y Administración? Tenemos un buen punto de partida pero hay que hablar ya del cine del 2020, de si somos capaces de pasar del mercado español a uno más global (este es uno de nuestros desafíos), pero sobre todo de que en nuestro imaginario haya relatos, narraciones, imágenes construidas por directores, productores… Este es el trabajo de los productores, crear riqueza no sólo económica, sino también artística, bombear talento en el corazón del cine. Como decía Antonio Machado, “todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”. Y que las películas sigan ahí.