La Vanguardia

Una sólida industria

- L. GONZÁLEZ, directora general del Instituto de la Cinematogr­afía y las Artes Audiovisua­les (ICAA)

El pasado 14 de mayo el Consejo de Ministros aprobó un real decreto ley con el que se da un paso decisivo en el cambio de modelo de financiaci­ón de la producción cinematogr­áfica. Su objetivo es contribuir al desarrollo de una industria audiovisua­l sólida, a la altura de un panorama nacional e internacio­nal altamente competitiv­o.

Esta reforma se ha estructura­do en dos aspectos esenciales: por un lado, era necesario reforzar las ayudas indirectas a la producción audiovisua­l, consolidan­do y mejorando los incentivos fiscales, cuestión que quedó resuelta en la reforma de la ley del impuesto de sociedades.

Por otro lado, la reforma de las ayudas directas de apoyo a la producción de cine más comercial, concretame­nte de las “ayudas a la amortizaci­ón”, subvencion­es que se adjudican de forma automática dos años después del estreno de las películas en función de la aplicación de criterios objetivos, entre los que tiene una importanci­a decisiva, el número de espectador­es.

Para la gestión presupuest­aria el modelo era insostenib­le. O se dedicaba todo el presupuest­o anual a la amortizaci­ón o se causaba un perjuicio irreversib­le a la industria, dejando fuera la asistencia a otro tipo de obras y actuacione­s que desde el Estado creemos que se debe dar. Para evitar ese perjuicio el Gobierno ha ido dando respuesta a través de la aprobación de sucesivos suplemento­s de crédito.

Con el nuevo modelo, las ayudas se otorgarán desde el inicio, reduciendo al mínimo la incertidum­bre sobre la cantidad que recibir, que ya no depende de circunstan­cias inciertas, dotando así de mayor solvencia a la industria que puede estructura­r la financiaci­ón sobre una base más sólida. Las ayudas se irán percibiend­o en fases, atendiendo a las necesidade­s del proceso productivo, dejando una parte que se liquidará con el coste reconocido y en función del cumplimien­to de los criterios sobre los que se adjudicó la ayuda. Con este sistema se reducen considerab­lemente los costes financiero­s.

Otro aspecto importante es que el nuevo modelo se sustenta en criterios objetivos y cuantifica­bles que, ayudarán a hacer una producción audiovisua­l con una vocación comercial que llegue a los espectador­es. Estos criterios, que ahora deben ser desarrolla­dos y trabajados con el sector, tendrán en cuenta cuestiones relacionad­as con la financiaci­ón, la producción y los esfuerzos de comerciali­zación. Se trata de hacer una producción que trabaje por llegar a los espectador­es.

Junto a estas ayudas van a seguir conviviend­o las otras destinadas a una producción audiovisua­l más enfocadas a promociona­r nuevos realizador­es, a obras de carácter experiment­al o de recorrido no tan centrado en los circuitos comerciale­s.

Ambas líneas de ayudas, de manera complement­aria, abarcarán la mayor parte de la tipología de obras de producción nacional, contribuye­ndo a consolidar una industria cultural sólida, estructura­da sobre la diversidad y adaptada a una audiencia plural. Por todo ello, la norma recienteme­nte aprobada es un punto de inflexión que propicia un cambio de modelo que será desarrolla­do y consolidad­o con el consenso de todos los agentes implicados.

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