Barça-Penya, en los playoffs de la Liga
La celebración del título y el homenaje a Xavi vuelven a situar al equipo como centro de atención y admiración en el mundo
Cánticos, gritos de ánimo, lágrimas de emoción, alegría desbordante en un ambiente de perfecta fusión entre miles y miles de aficionados y un grupo de profesionales identificados por idéntico objetivo: el éxito de unos colores a través del trabajo bien hecho. Ganar jugando mal, viene repitiendo Luis Enrique, no es aceptable en un Barcelona que se resiste a abdicar y ha vuelto a situar el nivel de la ilusión en un máximo histórico. El Barça ha aprendido a celebrar los éxitos con corrección y emotividad y a despedir a sus figuras con los honores de que se han hecho acreedoras. La reconquista de la Liga y el ceremonial del sábado en el Camp Nou han situado de nuevo al club en el centro de atención mundial, han reventado las redes sociales y han proporcionado imágenes admirables para sustentar los valores con que la entidad desea identificarse. Esfuerzo, modestia, unidad, fútbol de alta escuela.
Cuando el jolgorio de la grada ya se había apagado y sólo se escuchaban las estridencias de los compresores con que un grupo de operarios retiraba el confeti del césped, Xavi, el gran protagonista de la velada, surgió del túnel de vestuarios de la mano de su esposa, Núria Cunillera. Se dirigieron al centro del campo para fotografiarse con el trofeo de la Liga. Instantes después se les unió un grupo de familiares y amigos. Las gradas estaban desiertas. Sólo una reducida tropa de rezagados presenció esta escena, que rememoró la despedida íntima de Jo- sep Guardiola del Camp Nou. Sin focos, sin muchedumbres.
Lo que vio, lo que vivió la multitud, y en lo que participó de manera activa, fue la celebración de la Liga y el homenaje a Xavi. Las parejas de los futbolistas en el campo y sus hijos revoloteando por el césped. Milan Piqué recibió la ovación del Camp Nou cuando bajo la atenta mirada de su padre condujo una pelota hasta intro- ducirla en una portería. Shakira difundió el vídeo en las redes sociales y la jugada dio la vuelta al mundo, con miles de visionados. “¡La segunda Liga de Milan y la primera de Sasha. El papi ya tiene cinco (la cifra, expresada con el emoticono de una mano, como aquella que levantó el día del 5-0 al Madrid de Mourinho)! ¡Visca el Barça! ¡A por la Copa y la Champions!”. Este tuit de Piqué expre-
sa el grado de euforia y convicción existentes en el vestuario blaugrana, que quiere volver a desplegar la liturgia del éxito.
Se vio a Vermaelen sonriendo, a Xavi llorando de emoción, al hijo pelirrojo de un Mathieu en aparente actitud de indiferencia (el peculiar carácter del defensa francés no se enciende por nada). Luis Enrique, muy aclamado por el estadio, dio alas ayer a una foto- grafía de todo el cuerpo técnico posando con el trofeo. Cuando acabó la ceremonia y los jugadores se retiraban por el túnel de vestuarios, Jordi Alba acudió a besar a Thiago, que iba en brazos de su padre, Lionel Messi. Más tarde, el defensa envió un mensaje a Xavi: “Gracias por todo lo que has dado de ti a este club y por lo que nos has enseñado Eres increíble Maki!!! T’estimo!!!”.
Después de 17 años, el barcelonismo tendrá que acostumbrarse a vivir sin el mejor cerebro que ha tenido, tan prudente y calculador dentro del campo como fuera, pero el sábado Xavi hizo una excepción y se dejó arrastrar por la sinceridad: “Digan lo que digan somos el mejor club del mundo. Y como ha dicho el míster, esto no se ha acabado todavía”. La fábrica de sueños vuelve a operar.