Rajoy no logra acallar las críticas internas en el PP
Santamaría sale en defensa de Cospedal mientras Herrera pide el cese de Soria
El presidente deja los cambios para julio y Santamaría apoya a Cospedal
El presidente de Castilla y León pide el cese del ministro Soria
A Mariano Rajoy no le va a decir nadie quién tiene que ser el secretario general del PP, no le van a hacer una crisis de Gobierno, ni le van a imponer quien tiene que ser su ministro de Industria o de Hacienda. Y menos cuándo él mismo dejó claro que tomaría decisiones y que los cambios se harían poco a poco y sin anunciarlos. El presidente del Gobierno quiso dejar claro ayer que los cambios en el Ejecutivo o en el partido se harán cuando él decida. María Dolores de Cospedal seguirá salvo que ella misma quiera irse, porque cuenta con su confianza, y los ministros –todo el gabinete– tienen el apoyo del presidente.
Después de abrir la caja de Pandora de los cambios, que inicialmente descartaba, y con las especulaciones –presiones– en mar-
FIN A LAS ESPECULACIONES El PP asegura que Cospedal será secretaria general salvo que quiera otra cosa
EL RITMO DE RAJOY El presidente del Gobierno quiere hacer los cambios que desea realizar sin presiones
cha sobre a quien tenía que cesar –Cospedal en el PP y Montoro y Soria en el Gobierno–, Mariano Rajoy trató ayer de enfriar las expectativas sobre el alcance de los cambios que baraja. Se trata de un intento de frenar la presión y mantener su particular ritmo en la toma de decisiones. Y funcionó porque en el PP todos opinan que no moverá ninguna pieza antes de la Constitución de los ayuntamientos –el día 13 de junio– y de que haya nuevos gobiernos autonómicos.
El mero anuncio de que el presidente estaba abierto a cambios disparó unas especulaciones que no le gustaron nada, porque incluía a dos piezas clave de sus equipos, María Dolores de Cospedal en el partido y Cristóbal Montoro en el Gobierno. Que todos dieran por amortizada a la secretaria general enfadó a Rajoy. Sobre todo porque se presentaba su posible marcha como una destitución y el triunfo de un sector del partido sobre otro, cuando Cospedal fue la primera que se puso a disposición si Rajoy quería emprender una renovación en la dirección popular. Se enfadó y mucho, también porque desde las comunidades autónomas se señalara al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, como el causante de todos sus males.
Rajoy puso en marcha al partido y al gobierno para templar los ánimos e intentar devolver el análisis de los resultados de las elecciones a su cauce. El primero en actuar fue el portavoz del grupo en el Congreso, Rafael Hernando: “María Dolores de Cospedal ha hecho un magnífico trabajo y seguirá siendo la secretaria general, salvo que ella diga otra cosa”. No fue el único que salió en su defensa ante las informaciones que la daban ya por cesada. El presidente del Congreso, Jesús Posada, también alabó a la número dos del PP: “Ha hecho una excelente labor en el partido desde 2011”. Hasta la todavía alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, sostuvo que le gustaría que Cospedal siguiera en el cargo.
Pero el apoyo más llamativo vino de quien pasa por ser su máxima contrincante, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que también la defendió como secretaria general e hizo lo que pudo para que no sigan alimentándose las especulaciones sobre su marcha: “Yo sé lo que es la labor de la secretaria general, porque he trabajado mucho tiempo en el partido. Es una tarea difícil, dura e ingrata. No encontrarán en mí ni una sola crítica”.
Pero el fuego amigo que se disparó el miércoles no sólo afectó a la secretaria general del PP, sino al Gobierno. La presidenta del PP de Madrid y candidata a la alcaldía madrileña, Esperanza Aguirre, apuntó al propio Gobierno de Rajoy como el causante de que ella no obtuviera el resultado esperado en las elecciones al insinuar que ella misma filtró su declaración de la renta. Algo que, a su juicio, fue “letal” para sus aspiraciones. Desde Castilla-León llegó un nuevo torpedo hacia el Ejecutivo de Rajoy. Un intercambio de reproches entre Juan Vicente Herrera y el ministro de Industria, José Manuel Soria, por los resultados electorales acabó con el portavoz de la Junta de Castilla-León, José Antonio de Santiago Suárez, pidiendo la dimisión del ministro, a quién acusó de la pérdida de tres procuradores por León en las
FRENTES CRUZADOS Feijóo afea a los demás barones que echen la culpa a Rajoy y no hagan autocrítica
LA T ERCERA DE AGUIRRE
Aguirre dice ahora que se equivocó al ofrecer a Carmena un gobierno de concentración
Cortes castellanoleonesas, a causa de la política minera del Ministerio de Soria. Es una crítica que muchos militantes de esa comunidad han hecho en público y en privado al ministro, a lo que el propio Soria ha respondido en privado. Uno de ellos fue el presidente del Congreso, Jesús Posada, que es diputado por Soria. El ministro replicó la crítica alegando que “en Soria no hay minería y mira los malos resultados que habéis tenido”. Y el presidente del Congreso no tuvo más remedio que responderle: “Fue por tu apellido”.
Con esos intercambios, la vicepresidenta del Gobierno también salió ayer en defensa del ministro y de otros compañeros de gabinete, como Cristóbal Montoro, que recibió ataques desde varias comunidades autónomas, por la austeridad a la que las ha sometido durante la legislatura. “Declaraciones como esa –dijo refiriéndose a la que pedía la dimisión de Soria– en este momento no son oportunas y tampoco las veo justificables”.
Santamaría, además trató de enfriar las especulaciones sobre un cambio de gobierno, y lo que puedan decir unos y otros, porque “es una de las competencias que tiene en exclusiva el presidente del Gobierno, que no son decisiones colegiadas del Consejo de Ministros”.
Otros dirigentes populares optaron por rebajar el tono. El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, mostró su confianza en Rajoy para “reconstruir” la confianza en el PP, porque es –dijo– “un presidente al que no le ha temblado la mano en la reconstrucción de su país”. “La autocrítica debe empezar por uno mismo”, sostuvo el líder gallego para afear a otros barones del partido que criticaran al Gobierno.
Y en medio del guirigay popular, reapareció el exministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que admitió que tuvo “fracasos sonoros” durante su etapa en el Gobierno, entre los que citó el proyecto de reforma del Registro Civil, que achacó a la “falta de actitud de escucha y de comunicación permanente”, porque “pensábamos que era tan buena la idea, que no necesitábamos explicarla”. En su intervención en el Congreso XSTIC 2015 habló tanto de política que fueron muchos los que entendieron en sus palabras una disposición a volver a la política, lo que el propio Gallardón desmintió posteriormente.
La guinda la volvió a poner Esperanza Aguirre. Si el martes propuso al PSOE cederle la alcaldía de Madrid para hacer un frente anti Podemos, y el miércoles habló de un gobierno de concentración con Ahora Madrid incluido, la candidata a la alcaldía madrileña se desdijo de su última oferta de pacto. Reconoció que no estuvo acertada al sugerir la fórmula del gobierno de concentración, pero insistió en que no será un obstáculo para que haya un alcalde del PSOE o de Ciudadanos y dejar a Manuela Carmena fuera del Ayuntamiento. Según la candidata de Podemos la actitud de Aguirre es “una pataleta de niña caprichosa”.