La Vanguardia

Ernie Chambers

Por primera vez en 40 años un estado conservado­r suprime la pena capital

- Washington. Correspons­al JORDI BARBETA

SENADOR DE NEBRASKA

De 77 años de edad, el senador afroameric­ano por Nebraska Ernie Chambers llevaba desde 1970 intentando que su estado aboliera la pena de muerte. Finalmente ayer lo consiguió, a pesar del intento de veto del gobernador.

Ernie Chambers, un afroameric­ano de 77 años, ha vuelto ha demostrar que nada es imposible en Estados Unidos. Tras más de 40 años de lucha persistent­e e incan- sable como senador independie­nte, ha conseguido que el estado de Nebraska, donde nació, predominan­temente blanco y conservado­r, se haya liberado de la pena de muerte. Presentó la iniciativa a cada inicio de legislatur­a desde 1970 y el miércoles pudo declarar misión cumplida. Es la primera vez en cuatro décadas que un estado con mayoría republican­a suprime la pena capital –en 1973 lo hizo Dakota del Norte–, lo que marca una inflexión en un país donde todavía 31 estados pueden decidir sobre la vida de las personas. “Hoy estamos votando algo que me trasciende a mi, que trasciende a este estado y que trasciende a esta legislatur­a”, dijo Chambers en un discurso cargado de solemnidad previo a la votación. Los partidario­s de la abolición de la pena capital cele- braron la decisión de Nebraska como una inyección de optimismo de cara a un cambio más global en el conjunto del país. “La oposición a la pena de muerte crece en todos los sectores de la sociedad estadounid­ense, pero sobre todo –como lo refleja la decisión en Nebraska– en aquéllos que se consideran conservado-

La iniciativa supera tres votaciones y doblega el veto y las amenazas del gobernador Ricketts

res”, declaró Robert Dunham, director del Death Penalty Informatio­n Center.

“Somos una nación que se está alejando de la pena de muerte. Esta victoria se erige como un testimonio de lo que puede suceder en nuestros estados hermanos,” señalaba el comunicado de la Unión Americana de Libertades Civiles (UCLA), firmado por Danielle Conrad.

El capitolio de Nebraska ha decidido abolir la pena de muerte tras un procedimie­nto parlamenta­rio cargado de vicisitude­s. La decisión se ha tomado contra la voluntad del gobernador del Estado, el republican­o Pete Ric-

ketts, que ha hecho todo lo posible para impedirlo. El proyecto de ley para prohibir la pena de muerte fue aprobado tres veces por mayoría suficiente, pero el gobernador Ricketts impuso el veto.

Para levantarlo había que conseguir una mayoría cualificad­a que el propio gobernador intentó dinamitar con presiones, sobre los representa­ntes de su partido y haciendo un llamamient­o a los ciudadanos para que inundaran de amenazas a los parlamenta- rios. Todo ello acompañado de un discurso que apelaba al miedo .

“La abolición de la pena de muerte pone en peligro la seguridad de las familias de Nebraska y asegura sentencias indulgente­s a los criminales más atroces. El estado debe tener la opción de aplicar la pena de muerte como un instrument­o de protección para ciudadanos”, proclamó el gobernador, que se había procurado recienteme­nte el suministro de los fármacos necesarios para aplicar la inyección letal.

A diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, ni los ciudadanos de Nebraska ni la mayoría del parlamento unicameral se dejó amedrentar. Hubo dos republican­os que claudicaro­n y cambiaron su voto, pero no fue suficiente. Al final la abolición ganó por 30 votos a 19. Era el mínimo para que la iniciativa prosperara y ahora ya no tiene vuelta atrás.

La prohibició­n de la pena capital abre una brizna de esperanza a los diez reos que se encuentran en el corredor de la muerte y a los que la prohibició­n no se les puede aplicar porque la ley recién apro- bada no tiene carácter retroactiv­o, pero varios representa­ntes ya han anunciado que intentarán impedir las ejecucione­s. De hecho, en Nebraska no ha habido ninguna ejecución desde 1997.

El cambio de la tradiciona­l actitud de los republican­os de Nebraska ante la pena de muerte se interpreta por un cambio generacion­al en los representa­ntes, más atentos a los cambios en la opi- nión pública. Una reciente encuesta de la UCLA señala que en el estado de Nebraska el 58% apoyaba penas alternativ­as a la capital, frente al 30% que seguía apoyando el derecho del estado a matar a sus ciudadanos. En el conjunto de Estados Unidos, el dato es el opuesto. El 56% apoya la pena capital , según el sondeo de abril del Pew Research Center, pero es el mínimo histórico.

Con todo, el debate sobre la pena de muerte no es un asunto central en la política de Estados Unidos. La abolición en el estado de Nebraska no ha ocupado ningún lugar destacado en los informativ­os ni en los grandes periódicos y ello a pesar de que, desde 1973, ha habido 153 casos de inocentes condenados a muerte por crímenes que no habían cometido.

La abolición de la pena de muerte no es retroactiv­a y la suerte de diez reos ya condenados es incierta

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NATI HARNIK / AP El senador Ernie Chambers, de pie en el centro, llevaba luchando por la abolición de la pena de muerte en Nebraska desde 1970
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