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La consolidación definitiva del proceso de recuperación económica, y los defectos del sistema de becas.
LA economía española ha consolidado plenamente su proceso de recuperación y ha entrado en una fase de intenso crecimiento, el más elevado del conjunto de los grandes países de la eurozona. Los datos definitivos de la contabilidad nacional hechos públicos ayer por el Instituto Nacional de Estadística referidos al primer trimestre han confirmado un aumento del producto interior bruto del 2,7% en tasa anual.
El intenso impulso de la economía española en el primer trimestre, después de otros seis trimestres de crecimiento constante y progresivo, ha permitido al ministro de Economía, Luis de Guindos, anticipar que en este segundo trimestre se podrá crecer a un ritmo anual de hasta el 3,5%, una cifra –como él mismo dijo– que parecía impensable en los años de crisis y que demuestra la gran vitalidad de la economía española.
El ministro Guindos, que ayer hizo gala de un desbordante optimismo en las jornadas del Cercle d’Economia, cree que está ya asegurado para este año el crecimiento del 2,9% que se había previsto, así como la creación de más de 500.000 empleos, que se sumarán a los 460.000 puestos de trabajo generados durante el último año. Un millón de nuevos empleos en dos años, además de su gran importancia social y económica, será una inmejorable carta de presentación del partido en el Gobierno ante las próximas elecciones generales.
Pero Guindos fue más lejos al vaticinar que este espectacular ritmo de crecimiento y de creación de empleo, si no se producen acontecimientos adversos políticos o económicos, como sería el retroceso en las reformas, puede mantenerse durante los próximos cuatro años. Considera que es posible porque la econo- mía ha hecho casi todos los ajustes necesarios –salarial, bancario, inmobiliario y fiscal– y porque el actual perfil de crecimiento económico es equilibrado, basado en la demanda interior (consumo e inversión) y en las exportaciones, en un escenario de inflación reducida.
El comportamiento de la economía española en el primer trimestre, según los datos conocidos ayer, muestra que todos los motores están plenamente en marcha: la exportaciones, por lo que corresponde a la demanda exterior, con un aumento del 5,7%, y todos los componentes de la demanda interior: el gasto final de los hogares (3,5% en tasa anual), la inversión (6%), tanto en construcción (2,5%) como especialmente en bienes de equipo (9,4%), y el gasto de las administraciones públicas, que registra una variación anual del 0,1%, pero que –en cambio– es el componente de la demanda interna que más crece respecto al trimestre anterior. Lo hace en seis décimas como consecuencia, muy probablemente, del tirón inversor de ayuntamientos y comunidades autónomas ante las elecciones que se acaban de celebrar. Este último aspecto, desde el Ministerio de Economía, no se ve como preocupante de cara a un posible disparo del déficit público este año, ya que no creen que se haya producido relajación en el proceso de consolidación fiscal.
Este conjunto de buenos datos, sin embargo, no debería comportar un exceso de autocomplacencia porque son muchos todavía los retos que tiene pendientes la economía española, como el elevado paro y la alta precariedad laboral, principalmente, y la necesidad de una producción interna de mayor valor añadido, derivada de mayor inversión en investigación, innovación, y diseño, entre otros.