Túnez pone en marcha la comisión sobre los crímenes de la dictadura
Túnez puso en marcha ayer una etapa esencial de la transición a la democracia, la comisión de la Verdad y la Dignidad que revisará los crímenes cometidos durante las dos décadas que el dictador Ben Ali estuvo en el poder.
Su régimen se caracterizó por la persecución policial de cualquier ciudadano sospechoso de colaborar con la oposición islamista o progresista. Violaciones, torturas y asesinatos se cometían en la sede del Ministerio del Interior y muchas comisarías sin que los detenidos tuvieran ninguna asistencia judicial.
La comisión ha recibido unas 12.700 quejas y su presidenta, la antigua opositora Shinen Ben Sedrine, se ha propuesto escucharlas todas. Aún así, ha señalado que el objetivo de esta investigación no es iniciar ningún proceso judicial contra los culpables sino evitar que estos crímenes vuelvan a suceder.
La comisión arranca con retraso debido a las presiones del Gobierno del presidente Caid Esebsi, que recortó su presupuesto y no dio luz verde hasta que Ben Sedrine accedió a pasar página sin iniciar procesos judiciales.
Esebsi, antiguo colaborador de Ben Ali, considera que abrir de par en par la caja de Pandora del truculento pasado tunecino tiene muchos más riesgos que ventajas. Teme que la venganza de las víctimas alimente las células yihadistas que esperan el momento de atentar.
El peor ataque hasta ahora lo ha sufrido el Museo del Bardo el pasado mes de marzo. Dos jóvenes suicidas mataron a 24 personas. Todas menos tres eran turistas. Uno de los cómplices fue detenido la semana pasada cerca de Milán y otro cayó ayer cuando intentaba salir de Túnez por la frontera libia con un pasaporte falso. Los dos son marroquíes.
Desde la caída de Ben Ali en el 2011 –el dictador vive hoy exiliado en Arabia Saudí–, Túnez ha tenido que hacer frente a la amenaza yihadista. El descontento de la población más joven –sin oportunidades laborales claras– ha alimentado el terrorismo. El colapso de Libia también ha contribuido en gran manera a este factor de inestabilidad, el más grave que afronta el país. La violencia afecta a la población y, especialmente, a la economía porque lastra el turismo, una de las industrias más activas.
Detenido un segundo marroquí en relación con el atentado contra el Museo del Bardo, que dejó 24 muertos