“Me da la risa si me siento incómoda”
ac t r i z , q ue es t r e na ‘ Nuest r o úl t i mo ve r a no e n Es c oc i a ’
PEDRO VALLÍN
Madrid Cuando Linda Fiorentino estrenó en 1994 La última seducción, un –a la sazón– veterano crítico resumía su encarnación de mujer fatal de forma harto elocuente: “No es mala, es la que lo inventó”. Fiorentino fue vigente campeona de malevolencia hasta el pasado año, cuando David Fincher lanzó a las carteleras Perdida, y la dulcísima Rosamund Pike (Londres, 1979) hizo estremecer a las plateas de medio planeta, hasta colar su creación de Amy Dune en la carrera por el Oscar. Ahora, con
Nuestro último verano en Escocia
estrena una comedia británica familiar en la que regresa al reino de los humanos, siempre más torpes e insensatos que genuinamente diabólicos.
¿Qué es más divertido, hacer comedia o encarnar a la mala más mala de la historia del cine? Es curioso, cuando hacía el papel de Amy a menudo tenía unos deseos irreprimibles de reírme. Cuando me siento incómoda me da por reír, de manera que, a veces, la potencia de Amy me incomodaba tanto que me hacía reír. Quizá no es la respuesta que esperabas. La verdad es que me encanta hacer reír a la gente por un buen motivo. Cuando la gente se ríe en el cine es maravilloso, sintonizas con ellos. También cuando los haces llorar, pero el llanto es algo privado.
Uno de los aspectos interesantes de la pareja de Nuestro último verano en Escocia es que encarna de forma vívida la dis- tancia entre quererse mucho y llevarse bien. En las discusiones sobre la gestión de los hijos se olvidan a veces de qué necesitan cada uno de ellos como pareja. En este proceso de tratar de mantenerse a flote se ven desbordados por la situación. Eso no quiere decir que estos personajes fracasen, sino que necesitan tiempo para recordar quién es quién en la pareja.
Aunque estos niños son un poco raros, son muy perspicaces en mirada sobre el mundo de sus padres y tíos. Por eso, el matrimonio parecen dos niños. Cierto. Nos peleamos como niños. En la escena en que nos gritamos fuera del coche, se ve que los adultos a veces somos absur- dos e infantiles, y ese es un poco el mensaje. El abuelo, que no es tan mezquino, aparta a los niños de la estupidez de los adultos. De algún modo, la película trata sobre cómo los adultos aprenden a ser maduros.
Una de las promesas de su personaje es esa: aprender a comportarse como adulta. Me gusta esa estupenda ocurrencia de los niños a mitad de película, no la desvelemos, pero que los medios de comunicación tratan como algo terrible. Ese es otro punto interesante: hay muchas cosas maravillosas e inesperadas que, ante la sorpresa, abordamos desde la sospecha, porque no intentamos entenderlas. Usamos el enfoque incorrecto.
Y en medio, hay un personaje adolescente que se mantiene completamente al margen, como si hubiera suspendido cualquier esfuerzo por entender el mundo de los que lo rodean. Es un personaje muy divertido, Kenneth (Lewis Davie). Era un chico que no había actuado nunca y la verdad es que se parecía mucho a su personaje. Era muy dulce y tenía muchas ganas de participar. Resulta muy divertido que, en su posición ausente, se pierda las cosas que suceden a su familia. Y llega y pregunta “¿Ha pasado algo?”. Como si anduviera con el paso cambiado con la historia. Esa es la clave de la comedia, el ritmo.
¿El cine británico es en los últimos años el hegemónico en la comedia?
¿Tú crees?
Richard Curtis, Mike Newell.
Yo creo que en realidad el cambio pionero ha sido el de Judd Apatow, él sí que está haciendo avanzar el género. Es un molde distinto para la comedia.
Ha tocado muchos géneros. ¿En cuál se siente más cómoda?
No lo sé, la verdad es que está bien sentirse cómodo, pero también es muy interesante cuando te sientes totalmente insegura y tienes que asumir riesgos. Hice
otra comedia, Bienvenidos al fin
del mundo, con Simon Pegg, y me sentí intimidada, porque era la única chica del reparto y ellos eran todos muy ingeniosos, graciosísimos. Y creo que hice un buen trabajo pese a que no me sentía en absoluto segura.
La estrella, candidata al Oscar por la terrible Amy de ‘Perdida’, interpreta a ahora a una madre desbordada