La Vanguardia

De himnos y silbidos

- JAUME CLARET Y JAUME SUBIRANA, Jaume Claret Jaume Subirana profesores de Artes y Humanidade­s de la Universita­t Oberta de Catalunya

Mañana, el Camp Nou acogerá la final de la Copa del Rey. Sin embargo, unos minutos antes del saque inicial, toda la atención se centrará en las gradas ante la más que posible pitada al himno español por buena parte de los seguidores vascos y catalanes, como ya sucedió el 13 de mayo de 2009 en Mestalla y el 25 de mayo de 2012 en el Vicente Calderón. El fenómeno no es exclusivo del fútbol, pues se trasladó a dos finales de la Copa del Rey de baloncesto (2010 y 2013); ni tan siquiera del fútbol español, pues Nicolas Sarkozy llegó a amenazar con suspender cualquier partido donde se silbase La marsellesa. Pero el elemento diferencia­l existe y se concreta en su continuida­d histórica y la constante presencia del Barça.

El primer antecedent­e lo encontramo­s ya el 14 de junio de 1925, durante la dictadura primorrive­rista. En el campo de Les Corts se enfrentaba­n el Barcelona y el Club Deportiu Júpiter, como homenaje al Orfeó Català. El amistoso reunió a 14.000 espectador­es, eufóricos tras las victorias blaugrana en los campeonato­s de Catalunya y España y en un amistoso contra la campeona mundial, Uruguay, y molestos por la represión de la cultura y la lengua catalanas.

El presidente y fundador Joan Gamper había invitado a la banda de música de la Royal Navy. En la media parte, los músicos arrancaron con los primeros acordes de la Marcha real. No pudieron ir más allá, pues el público empezó a silbar hasta acallarlos. Que la protesta tenía un claro significad­o político se evidenció cuando, al entonar el God save the king, los silbidos dieron paso a un silencio respetuoso y luego a un fuerte aplauso. El partido concluyó sin mayores incidentes, pero aquellos silbidos tuvieron consecuenc­ias: detencione­s, expediente­s y, finalmente, una dura sanción.

El siguiente antecedent­e se produce nuevamente en la dictadura, en este caso la franquista. Sin embargo, aquí la pitada quedó sólo en un intento. En las inmediacio­nes del Camp Nou, la policía había intercepta­do unos panfletos convocando la protesta el domingo 28 de junio de 1970, con motivo de la final de la Copa del Generalísi­mo. La anónima convocator­ia denunciaba las discrimina­ciones sufridas por los catalanes en general y los barcelonis­tas en particular, mezclando intenciona­da- mente política y fútbol, árbitros y dictadura. La elección del partido no era casual, pues estaba previsto que el propio Francisco Franco lo presidiese, coincidien­do con su decimosext­a –y última— visita a Barcelona para hacer entrega del trofeo. Al margen de las posibles lecturas contemporá­neas, el escrito surgía como reacción al escándalo arbitral protagoniz­ado en cuartos de final por José Emilio Guruceta Muro.

El Gobierno Civil decidió considerar verosímil la posibilida­d de una protesta. Diez años antes, el 19 de mayo de 1960, los Fets del Palau habían sorprendid­o con la guardia baja a las autoridade­s franquista­s, y el error no se repetiría. Para evitar “algún hecho desagradab­le”, se acabó copando las localidade­s con adictos al Régimen, funcionari­os y policías: más de una décima parte del aforo estaba vinculada al operativo antiprotes­ta. Los esfuerzos y desvelos evidenciab­an la importanci­a que se daba a la amenaza.

Cuarenta y cinco años más tarde, las autoridade­s vuelven

En plena dictadura de Primo de Rivera, Les Corts pitó la ‘Marcha real’ y aplaudió el ‘God save the king’ En la final del 70 el Régimen llenó el Camp Nou de adictos; en 1992, ‘Els segadors’ recibió a los reyes en Montjuïc

hoy a estar preocupada­s por una posible pitada. En dictadura, la respuesta vino de la mano de la policía y de la represión. En democracia, parecería razonable esperar algo más de cintura y cabeza. No hace falta inventar nada. Tras los abucheos de 1989 durante la reinaugura­ción del Estadio de Montjuïc, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos buscó evitar cualquier tipo de incidente a través de una elegante jugada diplomátic­a: los Reyes hicieron su entrada mientras sonaban los acordes de Els segadors que, segundos más tarde, se fusionaban con el himno español.

 ?? EFE ?? La jugada. Acto de inauguraci­ón de los JJ.OO. de 1992, en el que los Reyes hicieron su entrada en el Estadi Olímpic mientras sonaban los acordes de Els segadors
EFE La jugada. Acto de inauguraci­ón de los JJ.OO. de 1992, en el que los Reyes hicieron su entrada en el Estadi Olímpic mientras sonaban los acordes de Els segadors

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