La Vanguardia

El idilio de Bacca

- Líder necesario. ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Por segunda vez en un año la afición sevillista se citó en la Puerta de Jerez, se expandió por la avenida de la Constituci­ón, registró su gesta en el Archivo de Indias, dio gracias a Dios en la Catedral y explotó de alegría frente al Ayuntamien­to, donde un reconocido sevillista como Juan Ignacio Zoido podía estar asistiendo a uno de sus últimos actos como alcalde.

El sevillismo, ligerament­e mayoritari­o en la ciudad frente al beticismo (que gana por goleada en la provincia), volvió a llenar el centro de la ciudad para aclamar a sus héroes, campeones de la Liga Europa por cuarta vez en la última década. Y si alguien concitó la inmensa mayoría de los elogios, los gritos y los desmayos, fue el colombiano Carlos Bacca. Autor de dos goles en Varsovia, uno con cada pierna, el idilio de Bacca con la afición del Sevilla nunca ha padecido traiciones. Todos los futbolista­s pasan buenos y malos momentos, pero el colombiano siempre ha sido el más querido, in-

SUS NÚMEROS DE LA CAMPAÑA Ha marcado 28 goles, siete de ellos en la Europa League, donde iguala a su compatriot­a Falcao Carlos Bacca se ha convertido en el nuevo ídolo del sevillismo, que ve cómo sus goles lo pueden alejar del club

EL FUTURO Se habla de una mareante oferta del Manchester United, uno de los clubs que se han interesado por él

cluso en los momentos menos brillantes de su carrera como sevillista.

Después del pitido final de Atkinson, y durante unos segundos interminab­les, el jugador que empezó siendo pescador y cobrador de autobús en su Puerto Colombia natal para ayudar a su modesta familia escondió la cara entre sus manos y comenzó a sollozar. Unas lágrimas que ya no le abandonarí­an durante toda la celebració­n. Fiel creyente, Bacca siempre celebra los goles poniéndose de rodillas y señalando al cielo. Su cuenta de Twitter es un continuo agradecimi­ento a Dios y la repetición de su frase favorita: “Vamos que vamos mi Sevilla”. Bacca reconoció al final que lo sucedido “es muy grande”. Dedicó el triunfo “a Dios, a mi familia, a Colombia, a mi mujer y a mis hijos, que son mi mayor bendición”, mientras trataba de consolar a su niña pequeña, asustada por la algarabía que rodeaba a los triunfador­es.

Su forma de ser sencilla y humilde, su carácter discreto y familiar y su agradecimi­ento perenne a esa divinidad en la que cree firmemente se unen a su excelente desempeño como profesiona­l. Este año, Bacca ha anotado 28 goles en todas las competicio­nes, siete de ellos en la Europa League. Una cifra extraordin­aria si se tiene en cuenta que ha disparado en 12 ocasiones hacia las metas rivales. Ha terminado segundo goleador en la competició­n y ha igualado a su compatriot­a Radamel Falcao, autor de dos goles en la final de Bucarest para el Atlético de Madrid.

Pero lo que llena de alegría a los sevillista­s también es objeto de preocupaci­ón. Pa- radojas de la vida y del fútbol. Los dos goles de Bacca en Varsovia dan la gloria al Sevilla, pero contribuye­n a que el colombiano abandone la próxima temporada el club de Nervión. Ya se habla de una mareante oferta del Manchester United, uno de los poderosos clubs europeos que se ha interesado en la contrataci­ón del colombiano, aunque no es el único. Va a ser muy difícil que Bacca continúe marcando goles en el Sánchez Pizjuán, aunque los sevillista­s no pierden la esperanza.

En los festejos de ayer faltaban protagonis­tas de otras gestas como Ivan Rakitic y se incorporab­an nuevos actores, como el tarraconen­se Aleix Vidal, pero la esencia del entusiasmo popular se repetía. Miles de personas con sus camisetas rojas o blancas, familias enteras con niños en carritos, jóvenes que enarbolaba­n su alegría al viento, personas mayores, aficionado­s de toda la vida que nunca antes habían vivido lo que han podido disfrutar en la última década, turistas incorporad­os voluntaria­mente a la juerga... todos aclamando a los héroes de Varsovia, la ciudad que nazis y soviéticos arrasaron en la II Guerra Mundial y que el miércoles acogió una nueva invasión, en esta ocasión mucho más pacífica.

Un equipo que ha llegado a 12 finales en los últimos tiempos y triunfa en ocho ocasiones es evidenteme­nte un club ganador. Y corre el peligro, como ya ha sucedido este año, de que la afición se acostumbre en tal grado al champán y la fanfarria que cuando las cosas se tuerzan se vuelva ansiosa y desmemoria­da. El mismo Unai Emery, que ayer subía a los altares, ha estado a lo largo de esta temporada muy cerca de ser empujado a los infiernos por los mismos que ahora están dispuestos a montar una cofradía de Semana Santa si el vasco acepta ser el hermano mayor.

 ?? CARL RECINE / REUTERS ?? Bacca posa con el trofeo de la Liga Europa después de que el Sevilla doblegase con dos de sus goles al
Dnipro ucraniano
CARL RECINE / REUTERS Bacca posa con el trofeo de la Liga Europa después de que el Sevilla doblegase con dos de sus goles al Dnipro ucraniano

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