Víctor Grífols
Los laboratorios catalanes invierten en EE.UU. para seguir progresando
PRESIDENTE DE GRIFOLS
Como Esteve, Almirall, Salvat y otras empresas farmacéuticas catalanas, la empresa que preside Víctor Grífols ha dirigido su expansión hacia el mercado de Estados Unidos, más receptivo hacia sus proyectos de crecimiento.
Los laboratorios catalanes se han lanzando a invertir en Estados Unidos, mientras que en muchos casos están reduciendo sus estructuras en España. Los grupos farmacéuticos huyen de un mercado marcado por los retrasos en los pagos y los recortes de precios del Gobierno y, sobre todo, por la falta de apoyo financiero a la I+D y las dificultades para introducir medicamentos innovadores en el mercado. Estados Unidos, sin embargo, es el primer mercado farmacéutico del mundo (373.000 millones de euros de ventas en 2014 frente a los 15.800 millones del mercado español), y vive una situación completamente distinta: es el que más crece (un 13% el año pasado) y el que mejor acepta los medicamentos innovadores: el año pasado el 5,4% de las ventas totales fueron de los nuevos lanzamientos.
Javier Peris, presidente de Salvat, un laboratorio que ha abierto una start-up en aquel país para lanzar el nuevo fármaco óptico que desarrolló en su central de Esplugues de Llobregat, explica que “no podemos quedarnos quietos y lamentarnos de que ‘se han llevado nuestro queso’ sino que hemos de salir a buscarlo”.
Victor Grífols, presidente de la empresa de hemoderivados, recordó en la última junta de accionistas cómo toda la estrategia de inversión del grupo en los últimos años se ha basado en crecer en ese país (para ello compró Talecris y ahora la división de diagnóstico de Novartis), y ahora se ha llevado a ese país la sede de las divisiones de biociencias y diagnóstico que estaban en Sant Cugat. El empresario reconoció que “las llevamos a donde está el negocio”. Hace un par de años, Victor Grífols ya advirtió en una reunión con analistas que haberse fundado en España era una desventaja competitiva para Grifols. “No me preocupa la política, pero sí las consecuencias que se derivan de ella. Y no me veo capaz de continuar invirtiendo en España. O cambian las cosas, o lentamente nos iremos marchando hacia Esta- dos Unidos”, advirtió entonces.
Hugo Peris, consejero delegado de Loop Therapeutics, la startup americana de Salvat, aseguró que “el futuro de la I+D está en Estados Unidos: porque tiene un tejido de universidades y empresas líderes en investigación, ayudas públicas, y muchos grupos financieros que buscan invertir en las firmas; porque el precio de lanzamiento de los fármacos reconoce la inversión financiera que se ha hecho en I+D, y porque obtener la autorización del medicamento por la FDA abre la puer- ta del nuevo fármaco a todo el mundo”.
Europa, aunque tiene un entorno más favorable a la industria, con precios de los medicamentos más altos y pago puntual de las facturas, es también un mercado difícil para la industria. “La mayoría de los países están aplicando medidas para contener el gasto” resume Javier Peris. Así, según datos de la consultora IMS Health, el mercado farmacéutico se ha reducido en Alemania, Francia e Italia en los últimos años, y sólo crece por encima del 4% en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido.
En España la contención, además, se mantendrá: la patronal del sector, Farmaindustria, ha firmado un acuerdo con el Gobierno para limitar el crecimiento del sector al ritmo de incremento del PIB (previsto en el 2,9% para este año). Este crecimiento, sin embargo, es desigual: el aumento del gasto se concentra en los nuevos medicamentos hospitalarios para
EL MERCADO QUE MÁS CRECE Estados Unidos crece un 13% al año, mientras que Europa, y más aún España, baja el gasto
LA CLAVE AMERICANA: I + D Universidades de élite, ayudas públicas, capital inversor y precios altos para el nuevo fármaco
tratar el cáncer, el VIH, enfermedades autoinmunes y la hepatitis C que el sistema incorpora, aunque a veces a regañadientes (como en los tratamientos de la hepatitis). Estos fármacos requieren una inversión media en I+D de 2.600 millones de dólares, inasumible para laboratorios medianos como los catalanes, que ven cómo sus productos de innovación, que compiten con otros fármacos más antiguos, menos eficaces pero más baratos, no son financiados por la Seguridad Social o sólo a precios bajos.