Turquía se resiste a ampliar los poderes de Erdogan
El partido gubernamental gana, pero no podrá tocar la Constitución La formación prokurda consigue representación parlamentaria
Turquía no quiere un régimen presidencialista con más poderes para Recep Tayyip Erdogan. Así lo indica el resultado de los comicios de ayer, en los que el AKP, el partido gubernamental, en el poder desde inicios de siglo, perdió la mayoría absoluta y la posibilidad de reformar la Constitución.
No va a poder ser el sultanato. El presidente turco, Recep T. Erdogan, vivió ayer su primera derrota electoral desde el 2002. Casi 54 millones de turcos estaban llamados ayer a las urnas en unos comicios generales que Erdogan había transformado en un plebiscito sobre su figura política. El veredicto de los que votaron (86,39%) fue implacable: el partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), fundado por Erdogan, perdía por vez primera una mayoría absoluta en el Parlamento que había conservado desde el 2012. “La decisión del pueblo es la más justa”, fue la lacónica reacción del primer ministro, Ahmet Davutoglu.
Con el 99,59% escrutado, el AKP llegaba al 40,8% de los votos (en el 2011 obtuvo el 49,9%) pero no conseguía, con 258 diputados, la mayoría suficiente (276) como para gobernar en solitario.
Ahora, o se une a los ultranacionalistas del Partido de Acción Nacionalista (MHP, con el 16,4% y 82 diputados), que es lo más probable, o deberá forzar unas elecciones anticipadas. Una coalición con el Partido Republicano del Pueblo (CHP), de tendencia socialdemócrata, (25,1% y 132 escaños) parece inviable. Un resultado en todo caso que supone para el AKP un descalabro electoral.
Y todo gracias sobre todo a la emergencia de un partido prokurdo y de izquierdas, el de los Pueblos Democráticos (HDP), el gran triunfador. Necesitaba franquear la barrera del 10% para sabotear los sueños presidencialistas de Erdogan, centró en ello su campaña y lo ha logrado con creces: un 12,86%. Además, hace historia, puesto que irrumpe como primera formación política de raíces kurdas en el Parlamento, con 78 diputados. Anoche, su colíder, Selahattin Demirtas, hizo hincapié en que su triunfo significa el “final de la dictadura” ejercida por Erdogan y se debe a la necesidad de respeto hacia la pluralidad de las identidades turcas.
Erdogan, elegido presidente el año pasado con el 51,8% de los votos, ha dominado la escena política desde el 2002 y había pedido al menos 400 diputados para cambiar la Constitución y lograr un sistema presidencialista que expandiera sus poderes.
Para ello necesitaba al menos 367 diputados, y 330 hubieran sido suficientes para un referéndum sobre la cuestión. Pero la mayoría ha querido decir basta. Los escándalos de corrupción y malgasto de fondos públicos, el frenazo económico y, no por último, la deriva autoritaria que Erdogan ha protagonizado en los últimos años y que ha polarizado a la sociedad turca le han pasado factura. Sí, seguirá viviendo en su palacio de 1.150 habitaciones pero deberá desaparecer poco a poco de la escena política.
El terremoto político vivido ayer en Turquía confirma además el traspaso de millones de votos al HDP procedentes de kurdos que tradicionalmente han votado al AKP. Se ha perdido así en gran parte el temor a una organización política asociada a la organización armada Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK.
El partido prokurdo y de izquierdas HDP irrumpe con un 12,8% y anuncia el “final de la dictadura” de Erdogan