La Vanguardia

Wawrinka se lleva el Roland Garros

El suizo sorprende a Djokovic y consigue el segundo Grand Slam de su carrera

- MARTA MATEO

“¡Nole, Nole!”, la Philippe Chatrier no puede creer lo que está presencian­do. Los espectador­es se frotan los ojos, incrédulos, ante el despliegue de un Stan Wawrinka que empuja hacia el precipicio a Novak Djokovic. Ni los gritos de las 15.000 almas presentes, ni tampoco la condición de favorito ayudan al serbio. Nole ve cómo cada revés a la línea de Stan The Man es un disparo a su corazón, que se debilita en cada golpe ganador del suizo. Ni en los mejores de sus sueños, ni en las mejores de sus fantasías, Wawrinka hubiera soñado una final así. Ante el rival más imbatible, enfrente del hombre que persigue una obsesión que se le resiste, Stan da el golpe en Roland Garros y se proclama campeón. “He hecho el partido de mi vida”, reconoce el vencedor, que supera al número uno, el hasta hora invicto en tierra batida esta temporada. Wawrinka suma su segundo Grand Slam tras el Abierto de Australia de 2014 y avisa al Big

Four que presenta candidatur­a para entrar en el club.

Tres horas y doce minutos antes de la sorpresa de sorpresas, Wawrinka sabe que si quiere ganar a Nole debe ser preciso en sus tiros, moverle de un lado a otro de la pista, forzarle, buscarle en posiciones incómodas. Necesita potencia sin escrúpulos, porque si no, Djokovic devolverá todas y cada una de las bolas que le vengan. Todas. Hasta los misiles a 200 km/hora.

Stan también sabe que en cual- quier otra situación, ante cualquier otro hombre al otro lado de la red, sus disparos serían golpes ganadores. No ante el número uno. O al menos, en los primeros compases. Por eso, parpadear con 3-3 le condena en la primera manga. Stan comete tres errores con su revés y una doble falta que entregan el primer break del choque. De hierro, Djokovic resiste los embistes de Wawrinka, que sólo araña cuando el serbio sirve por el primer parcial. Incluso en ese momento, Nole responde con impasible y escalofria­nte autoridad. Sin grandes florituras pero sin fallar. Las estadístic­as cuentan que de todas las finales que ha disputado, llevarse el primer parcial es garantía casi absoluta de campeonato (75/76). Sólo una vez el destino se torció y acabó viendo a Rafael Nadal besando la novena Copa de Mosquetero­s.

En su piel, tatuado a fuego, Wawrinka lee su lema: “Siempre intentándo­lo. Siempre fallando. No importa. Inténtalo de nuevo. Falla de nuevo. Falla mejor”. El campeón júnior de 2003 no pierde la fe y se inspira en Samuel Beckett. Sabe que la primera manga no la ha ganado su rival, si no que él la ha perdido. A pecho descubiert­o, ya sin nada que perder, Stan cabalga con todo su arsenal. Excepto en el primer juego al servicio de Djokovic, el suizo dispone de opciones de rotura en todos los juegos posteriore­s al resto. El serbio anula una a una cuatro opciones del campeón de Australia en 2014. Todas menos la más importante. Cuando sirve por mantenerse en el segundo parcial, cuando la sangre fría de- be correr por sus venas, el número uno también parpadea. Abre los ojos y su rival ha igualado la batalla con un tenis excelso. Debe hervirle la vena balcánica, pues destroza la raqueta en dos. El sueño de completar el Grand Slam vuelve a alejarse y Stan empieza a creer en sus opciones.

Es en ese instante, en el preciso momento en el que ve desquiciad­o y desorienta­do a Nole, Wawrinka arrasa con un juego sideral. El repertorio de golpes ganadores se dispara para el eterno escudero de Federer, que sin compasión y con tremenda fuerza, provoca un colapso histórico en Djokovic. Un huracán de reveses imposibles a la línea, derechas dignas de un cuadro del Louvre. Y épica. El suizo salva un 3-4 y 0-40 y luego asesta el golpe definitivo, con 60 preciosos, impolutos y maravillos­os winners.

“Mi sueño siempre había sido jugar Roland Garros, no ganarlo, ni siquiera alcanzar la final. Para mí, aquellos que lo hicieron, eran mutantes”, había confesado hace quince días. Humilde hasta el final, evolucionó a mutante y sirvió por el juego, set, match y Championsh­ip. Stan The Man. Y hoy, más que nunca, Stanimal.

MUCHO MÁS QUEUNSUEÑO “Mi sueño siempre había sido jugar Roland Garros, no ganarlo”, había dicho el nuevo campeón

RE PER TORIO EXCELSO Con un recital de golpes ganadores, Wawrinka provocó un colapso histórico en Djokovic

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DOMINIQUE FAGET / AFP El tenista suizo celebra su excelente victoria ante el número uno del mundo en la tierra de París

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